viernes, julio 11, 2008

Por José Carlos Becerra


Para Lulú,

por aquellas derrotas que nos acontecen.



BLUES


No era necesaria una nueva acometida de la soledad

para que lo supiera.

Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.

Donde el amor moró y tuvo reino

queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.

Queda una hoja de papel no en blanco

donde está anocheciendo.

Donde goteaba luceros una noche

sobre unos hombros limpios como verdad mostrada,

sólo queda una brisa sin destino.

Donde una mujer fundara un beso,

sólo árboles postrados al invierno.


Y no era necesario decirlo.

El corazón sin que sea una lágrima

puede sombrear las mejillas.


La ventana da a la tristeza.

Apoyo los codos en el pasado y, sin mirar, tu ausencia

me penetra en el pecho para lamer mi corazón.


El aire es una mano que está hojeando mi frente.

Mi frente donde la luna es una inscripción,

una voz esculpiendo su olvido.


Como humo la luna se levanta

de entre las ruinas del atardecer.

Es muy temprano en ese azul sin rostro.

No era necesario enturbiar la soledad

con el polvo de un beso disuelto.

No era necesario

memorizar la noche en una lágrima.


Labios sobrecogidos de olvido,

pulsaciones de un oleaje de mar ya retirándose,

ruido de nubes que el otoño piensa.


Hay lápices en forma de tiempo, vasos de agua

donde el anochecer flota en silencio.

Hay la rama de un árbol como un brazo esculpido

por algún abandono.


Hay miradas y cartas donde la noche

puso en marcha al vacío,

a las frentes que extinguen su remoto color

sobre letras que enlazan señales de viaje.


Aquí está la tarde.

Puede enrolarse en ella quien esté enamorado.

Aquí está la tarde para designar una ausencia.


Suena en mi pecho el mundo

como un árbol ganado por el viento.


No era necesaria la tarde, tampoco este cigarro cuyo humo

puede ser otra mano evaporándose.


Invernará la noche en mi pecho.

No era necesario saberlo.

No tiene importancia.

Espero una carta todavía no escrita

donde el olvido me nombre su heredero.

1 comentario:

Lulú dijo...

Como nada es necesario,
para morir,
sólo la vida.

Te quiero, amigui. Gracias por la dedicatoria. ¿Entonces qué, champolas o cafesos?