sábado, enero 14, 2012

La condición posible: el Caribe en la revista "Arenas Blancas", de puente cultural a resistencia cultural

LA CONDICIÓN POSIBLE:
EL CARIBE EN LA REVISTA ARENAS BLANCAS,
DE PUENTE CULTURAL A RESISTENCIA CULTURAL

Tomás Ramos Rodríguez


Casa de las Américas, La Habana, Noviembre 16 de 2009.

Arenas Blancas es una publicación de los estudiantes de la Maestría en Lenguas y Lingüística de la Universidad Estatal de Nuevo México. Este es un esfuerzo realizado entre el intenso ritmo de trabajo de las clases que imparten los miembros del grupo editorial como profesores asistentes, y las clases que reciben como parte de la Maestría en Literatura Hispanoamericana, haciendo éstos la manufactura total de Arenas Blancas, que también es un espacio posible para el Caribe en el desierto. Es a ellos, a nuestro grupo editorial, a quienes quiero hacerles una mención especial y de reconocimiento esta tarde en la intensa tarea de difundir las letras hispanoamericanas y caribeñas desde Nuevo México, que es un puente multicultural entre las culturas del Sudoeste de los Estados Unidos y las de América Latina.
A pesar de su condición desértica, Arenas Blancas ha cobijado múltiples voces caribeñas y eulatinas, tanto de autores que desarrollan una crítica sobre la literatura caribeña como de creadores caribeños y de origen caribeño. Como ejemplo, en las páginas de los últimos dos números de Arenas Blancas podemos destacar la participación del Dr. Iván A. Schulman sobre diversas temáticas referentes a la obra de José Martí; en el número 10 que presentamos esta tarde referimos el ensayo titulado “La mirada martiana del Oriente frente a la globalización modernista”.   
También hemos tenido en números recientes creaciones de autores de origen cubano como Teresa Dovalpage y Carlota Caulfield. Pero quien ha podido abrirles las puertas del Caribe a estudiantes de literatura de las más diversas nacionalidades en Las Cruces, NM., es el Dr. Jesús J. Barquet. Poeta cubano que funge como profesor en esta Universidad, y es quien ha apoyado infinitamente este proyecto desde su inicio aportando trabajos literarios a los estudiantes de la maestría para la consolidación de las voces caribeñas en el fronterizo desierto del Sudoeste.
  Desde esta zona o región cultural, como mencionara el Dr. Ricardo Aguilar Melantzón -fallecido en Noviembre de 2004- Arenas Blancas diversifica su contenido abriéndose a todas las regiones de nuestra América comprometiéndose como puente cultural.
Platicando con el especialista chicano, el Dr. Axel Ramírez, en la compañía de profesores como el Dr. Adalberto Santana y el Dr. Carlos Bojórquez, el Dr. Ramírez recordaba en Mérida su fraterna amistad con el Dr. Ricardo Aguilar Melantzón. El Dr. Ramírez apuntó a recordar que Aguilar proponía en A barlovento –su novela casualmente vinculada al Caribe, el Pacífico y a la navegación por el mar- que la zona fronteriza de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Tejas y Las Cruces, Nuevo México, como una misma región integrada en términos culturales y sociales a pesar de estar divididos por la frontera que separa a los países subdesarrollados del subdesarrollante, la frontera que separa a los Estados Unidos de América Latina.
Es por eso de su valor tan importante el poder narrar y recuperar las voces que constantemente se reconfiguran con el paso agitado de miles de emigrantes a uno y otro lado de la frontera demostrando que Ciudad Juárez y El Paso son dos ciudades que conviven como una sola, apenas viviendo “dividida” por esta emblemática frontera. Es por esto que los editores de Arenas Blancas no pudimos detenernos en nuestra tarea de recuperar esas voces que reconfiguren y reinterpreten los códigos fronterizos de uno y otro lado tanto en lengua española como inglesa, así como del conocido Spanglish, que es el caló que surge como una tercera lengua, de la mezcla del español con el inglés.
Su intervención como motor y fuerza para la consolidación de esta publicación aún pudo sentirse en este 2009 cuando pudo concretarse el tan ansiado número 10. Después de cinco años y estar publicando dos ediciones anuales [una para el período de la primavera y otra para el otoño] se ha llegado al tan ansiado último número que presento esta tarde que tuvo por temática “La estética fragmentada” en clara alusión a las formas y voces discordantes de la frontera que más allá de dialogar con la tan mentada “postmodernidad” son la evidencia la de interpretación de nuestra realidad vista desde la zona “intermedia” en que se encuentran las voces literarias de este sitio o “borderland”, desde el cual es posible redefinir ciertas realidades desde la interpretación literaria tomando en cuenta las voces caribeñas e hispanoamericanas que dialogan con el constante presente que se mueve vertiginosamente por las noticias violentas que sacuden diariamente a la población que vive en estas zonas marginales fronterizas.
Ante tanto barlovento, naufragios más crónicas, laberintos solitarios donde los pachucos no se identifican más como un extremo, surge la respuesta del movimiento del agua, que es el Caribe amarizado en nuestras Arenas Blancas desérticas y magnífica una respuesta posible advirtiendo una llamada a nuestro espectro más humano para comprender el confinamiento violento de aquel “más allá”, de aquel caos “postmoderno”, en que tiene origen esta publicación.
La condición de la arena, al igual que la del mar, es que por influjo del viento al igual que las olas, regresan con una geografía siempre nueva, en una forma transformada y que se reconfigura a cada instante. Y pensamos que quizá la condición del desierto sea la nostalgia de la arena, el haber sido alguna vez las furiosas entrañas de un mar agitándose en clara contraposición al silencio que las dunas desérticas otorgan a quien vive cobijado en su soledad. Oficio terrible ser arenas del desierto. Donde quizá nuestro destino sea ser una figura permanente sobre la arena.
La condición de la espuma en la contemplación del mar es la culminación de su fuerza titánica, la transformación de una fuerza descomunal que recorre distancias impensables, a veces imposibles en nuestras imaginaciones y que culmina en una cresta rebosante de vida e infinita hermosura; tal como las enseñanzas nacidas de la inquebrantable voluntad de nuestro querido y hoy ausente profesor Aguilar. El nos dejó con su lucha la exégesis para las generaciones de amigos que transitan por Arenas Blancas: una búsqueda plagada de sal, poblada de forma, llena de lenguaje.
Para entender la relevancia del Caribe en nuestra publicación tenemos que entender el contexto de Arenas Blancas. Recordemos la oposición del Español como modelo de Resistencia Cultural frente a la corriente cultural dominante que sentó sus bases en el idioma Inglés en el Sudoeste, a raíz de la derrota de México en la Guerra contra los Estados Unidos con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848. Con esta firma, el derrotado presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, hizo que México perdiera el territorio que hoy conforma los estados de Arizona, Nuevo México, Colorado, Nevada y California, además de perder también en esta Guerra el estado de Tejas.
 Tenemos que tener presente que esta región posee una historia de colonizaje, tanto por la Colonia española a partir de la Conquista en 1520 y que continuó hasta el siglo XIX, terminándose con la Independencia Mexicana a inicios de siglo, y que después de tan solo algunos años este territorio donde se encuentra Nuevo México, pasó a formar parte de los Estados Unidos por el decreto del Destino Manifiesto. Este anuncio de expansionismo hacia América Latina ya sería anunciado posteriormente por José Martí en “Nuestra América” y “La verdad sobre los Estados Unidos” en el siglo XIX más adelante. Este proceso político y colonial que ubicó a Cuba, Puerto Rico y las Filipinas bajo el colonizaje estadounidense después de 1898 con la intervención en la Guerra de Cuba contra España por la independencia, puso de manifiesto situaciones coloniales donde el Caribe así como los territorios del Sudoeste han pasado un proceso similar de colonizaje, como el territorio del Sudoeste que perdió a su vez nuestra América.
La importancia de poder publicar en una región donde por motivos coloniales el español pasó a ser una segunda lengua, donde hablarla era motivo de vergüenza y discriminación por parte de la cultura dominante Anglo, hizo que durante los años 60 del siglo XX, la lucha campesina de César Chávez y Reies López Tijerina sirviera para sentar las bases de un movimiento político organizado para devolverle las tierras que les pertenecían a las familias nativas de estas regiones desde antes de la colonia española. Este reclamo de derechos sirvió para poder darles un lugar de más respeto hoy en día a los hablantes de español, siendo el estado de Nuevo México el único en todos los Estados Unidos que posee como lenguas oficiales tanto el español como el Inglés.
A raíz de esto, estudiantes y profesores hispano-hablantes han migrado al estado de Nuevo México para establecerse, y a raíz de entender tanto los hispano-hablantes nativos de la región como los que han migrado para radicar indefinidamente en las ciudades de su territorio como la capital Santa Fe, Albuquerque en el norte o Las Cruces en el sur, han podido crear en común acuerdo un espacio literario en español que le dé cabida a todas las voces nuevomexicanas, fronterizas, caribeñas y latinoamericanas, puesto que la tarea que Arenas Blancas ha tenido es convertirse en un Puente cultural entre las culturas nativas de NM con las de América Latina. Siendo este lugar como mencionara Ricardo Aguilar Melantzón, una misma zona conectada culturalmente por las culturas Navajo, Apache, las 19 tribus de los indios Pueblo, los Judíos, los caribeños, los mexicanos del norte, los estadounidenses del suroeste, los Yaquis, los anglos, los africanos-americanos, los mexicano-americanos, los chicanos y las migraciones mexicanas y latinoamericanas que han incrementado la población en esta zona los últimos años. Todo este corpus socio-cultural alcanza a explicar lo que es NM, al mismo tiempo que la comunidad hispana y caribeña han sabido desarrollarse en el desierto, produciendo literatura y publicaciones en Español para un público lector tanto especializado como lo son los académicos, así como el público general.
Para hacer esto posible hemos recibido el apoyo tanto del departamento de Lenguas y Lingüística de NMSU a cargo del Dr. Richard Rundell y la directora del programa de español, la Dra. Beth Pollack así como del Centro de Estudios Latinoamericanos y de la Frontera bajo la dirección del Dr. Neil Harvey. Profesor comprometido con los movimientos sociales latinoamericanos.
Arenas Blancas surge en pleno desierto, pues para que nuestra publicación haya seguido adelante, se ha tenido que imponer ante la corriente cultural dominante, remontando su posición de publicar en español y que nuestro idioma no sea visto como de segunda clase, reivindicando y haciendo entender a los lectores, que el español y todos los españoles regionales tienen una misma validez socio-cultural en el más profundo sentido calibanesco de Fernández Retamar, pues el español nuevomexicano que fue tanto tiempo menospreciado por la hegemonía española desde su “Spanish Fantasy Heritage”, tiene un lugar tan especial como el español mexicano, el español cubano, el español chicano, el español puertorriqueño y todos las formas y modos en que el español se habla en todas las regiones de nuestra América. En este sentido, Arenas Blancas ha procurado establecer un diálogo desde su condición de remontar los efectos producidos por el colonizaje en la región, estableciendo un puente cultural con otras literaturas de nuestra América como lo es la caribeña, que es el tema en cuestión en relación con este reconfortante encuentro de revistas caribeñas.   
Arenas Blancas es un espacio para hibridez que contiene muchas culturas e identidades, donde la caribeña ha ocupado un lugar primordial desde sus inicios con la pretensión de establecer el diálogo con nuestra América y otros cuadrantes del mundo. En este sentido, el entremedio descrito como propuesta desfragmentadora de la visión socio-cultural impuesta por el imperialismo donde todo lo del norte es bueno y todo lo del sur es malo, con Arenas Blancas tenemos una manera de comprender, que también dentro de las “entrañas del monstruo” como dijera José Martí, existen también otras voces que usualmente calladas por la corriente dominante al igual que otras voces diferentes a la oficial.
Con las voces de la caribeñidad, es importante enunciar las voces del Caribe desde el sudoeste de los Estados Unidos refiriéndole al Caribe mismo un espacio más donde desarrollarse en el desierto, nunca negándolo, sino siendo siempre un punto de partida más y de referencia al Caribe mismo, de tanta lucha histórica y orgullo por la dignidad obtenida en sus reivindicaciones, que es el sitio mismo donde nos encontramos esta tarde.
Por todo lo comentado este número llevó por temática “La estética fragmentada”, puesto que nuestras identidades se vierten en un diálogo múltiple. En “La estética fragmentada” tenemos una edición cíclica. Iniciamos con el poema de Oscar Hann titulado “Todas las cosas se deslizan”, para cerrar con el magistral ensayo del Dr. Iván A. Schulman Llamado “La Mirada martiana en el Oriente frente a la globalización modernista” como mencionamos antes.
Oscar Hann dice en su poema que el mundo es un “cosario”, que es un espacio donde están depositadas todas las cosas juntas, es decir las voces caribeñas dialogando con las fronterizas así como de otras regiones de nuestra América. Aquí tenemos otro cosario y otro entrecruce. De esta forma la estética que propuesta está compuesta de muchas voces, de voces cruzándose, partiendo desde lo visual, imágenes del artista visual de Ciudad Juárez, Erick Nungaray, que crearon un marco visual que se entrelazara con el contenido de los textos de la revista a nivel de forma, creando un espacio o cuerpo entrecruzado, un cosario de voces e imágenes donde la recreación de la realidad es posible desde la interpretación humana que todo lo contiene.
De esta forma, es necesario recalcar el papel que un editor tiene a la hora que tiene que pensar en cómo preparar una siguiente publicación. El trabajo de editar es una tarea tan exigente como preparar un libro, como armar una película, como escribir un libro de poemas. La selección de materiales como el orden en que estos van estructurándose para crear un discurso multicultural.
Para hacer Arenas Blancas quisiera agradecer especialmente a mi colega Diego Ordaz Ramírez de Ciudad Juárez, quien trabajó arduamente como editor de esta revista y quien actualmente se encuentra elaborando el siguiente número con demás compañeros.
También quiero agradecer la invitación a este evento especialmente a la Dra. Yolanda Wood, directora del Centro de Estudios del Caribe de Casa de las Américas, por su voluntad, entereza, fuerza y dedicación para consolidar esta reunión de publicaciones y revistas. Su confianza e interés en la invitación que me realizó para este evento es algo que se agradece infinitamente, como las aguas del Caribe que se encuentra rodeándonos en La Habana, aquí afuera.
Agradezco también a mis actuales profesores el Dr. Jesús Rosales, director de la revista “Puentes”, por su apoyo y orientación editorial; el Dr. David William Foster, director de la revista “Chasqui”, por sus relaciones al Caribe y América Latina; el Dr. Manuel de Jesús Hernández-G., por ser un guía indispensable para la formación de las relaciones chicano-yucateco-caribeñas en el doctorado en Español de la Escuela Internacional de Letras y Culturas en la Universidad Estatal de Arizona.
Es por esto que esta tarde, con su distinguida presencia, el Caribe posible quizá sea como hemos dicho anteriormente en “La condición de la esperanza” en el número 9: perdurar, seguir, sobrevivir en nuestro océano interior el paso de tormentas y desventuras en la arenosa planicie de nuestros desiertos. Quizá nuestra condición como Arenas Blancas y destino haya sido continuar con la tarea de la permanencia del mar en las arenas: ser la espuma infinita en el esfuerzo perenne de alcanzar siempre nuevas orillas tocando riberas y expectantes horizontes.

Muchas Gracias.