sábado, enero 31, 2009

Anapra












Mientras llegamos a El Paso Texas por la ruta Paisano, en la línea de autobuses Limousine por el Puente Negro, pasamos debajo de los puentes con rieles que siguen cargando muchos vagones de trenes aun con piedra por terminar de trabajar; el autobús entra velozmente por la carretera donde por un lado veo casas consumidas en la más completa miseria. Por la otra ventana, veo el andamiaje de enormes y extensas fábricas con diversos niveles de excavación de minas, más arriba emerge una señal con el nombre de UTEP en la parte más alta. El autobús avanza con prisa de perseguido. Las casas en la miseria revelan familias tranquilas en la cotidianeidad del día detrás del alambre de púas, las casas emergen de los cerros, de las calles llenas de pintas de colores, de negocios cerrados, de gente caminando en calles de terrecería, sin asfalto, donde la figura de un hombre viejo con sombrero camina hacia tomar un camión en la más perfecta imagen costumbrista de una zona rural mexicana. De este lado de la carretera el ritmo es veloz y los comercios dicen “SE RENTA BODEGA, CALL THIS NUMBER 910-…”. Sigue mi autobús como huyendo de él mismo, como huyendo de la velocidad. Transitamos a lo largo del muro.

 


Nadie comenta lo que está afuera, todos siguen su plática normal. Seguimos y detrás de mi ventana ahora es México, veo una de las arterias pobres de Ciudad Juárez. La miseria inunda mi vista como si el cielo no mostrara otra faceta. La montaña se hace evidente, la montaña dice: “La Biblia es la verdad. Léela”. En tan sólo unos segundos he llegado a otro mundo, que sigue siendo Estados Unidos. De un lado de mi ventana es México. Se me estrella en la cara lo que con los días olvido. Del otro lado es Estados Unidos, el freeway se extiende



¿Qué lado mira mi rostro? ¿Qué lado está mirando mi rostro?

 


Por la ventana veo una mujer hablando por celular en automóvil, más allá hay una especie de camino de grava levantándose junto al río. Veo tres camionetas de Border Patrol precipitarse a toda velocidad sobre una familia que apenas cruza la calle para tomar el autobús donde segundos antes el hombre caminaba. 

Siento miedo, no pertenezco a este medio. La situación de estas familias es tal que parecen culpables de invadir esta realidad a la que no quieren pertenecer. Les ha tocado que la frontera México-Estados Unidos sea su patio trasero. Les ha tocado vivir junto con esa vida que sólo pasa en la carretera. La necesidad de tener un lugar para vivir o una mejor forma de vida los trajo en algún momento, aunque muchas familias ya estaban. Las camionetas de Border Patrol son camionetas inconfundibles pues las cabinas traseras hacen que parezcan patrullas militares, de color blanco con franjas verdes que son inconfundibles. Es una combinación de colores que no pasa desapercibida para la gente que camina por estos circuitos.

Horas después. Mi regreso a Nuevo México vuelve a sumergirme en la tranquilidad de una villa lejana a la urbe, a la gran masa de asfalto. Arena y polvo se integran a la civilización de Ciudad Juárez y El Paso, son dos civilizaciones y son una. Son dos ciudades en una sola convivencia, apenas dividida por aquellos violentos frentes que llamamos frontera. 


lunes, enero 26, 2009

Suicidio y literatura

Tomás Ramos

El suicidio cobra una gran cantidad de vidas todos los días. Las pérdidas humanas registradas en suicidios en Yucatán son equivalentes a las registradas en una guerra sucia; pero ahora el modelo socioeconómico es quien se encarga de desaparecer familiares y amigos. La gente de Yucatán necesita ser concientizada de este problema. El suicidio no es un caso de locura, sino que es producto de la marginación y la moral social.

La literatura podría ser considerada una de las formas en que puedan canalizarse aspectos emocionales. Se tendrían que desarrollar estrategias de la mano de especialistas en el tema del suicidio para poder tratar de manera objetiva el problema, desarrollando talleres dentro de los cuales puedan establecerse temas convenientes a personas que sufran de depresión. Leer una obra literaria es también hacer un diagnóstico de sí mismo ya que el análisis de nuestro entorno deviene de la reflexión surgida del acto de leer.

La depresión y sus embates son síntomas previos a cuadros suicidas. Al detectar la depresión se debe acudir a un especialista a quien podamos explicarle lo que sentimos inmediatamente. El Gobierno del Estado debería invertir más en el desarrollo de estas estrategias de salud mental, acercándose a la comunidad llegando hasta las zonas más apartadas. 

Teniendo en cuenta la represión emocional que se vive en nuestra sociedad, es muy difícil abrirse con los demás hablando de uno mismo, pues el mostrar nuestras emociones es tomado como símbolo de debilidad. Establecer un diálogo con nuestros amigos y familia es difícil, por eso son necesarias actividades como la lectura que es una importante herramienta de reflexión. 

¿Qué nos cuesta promover salas de lectura donde se procure reflexionar sobre obras literarias acerca de situaciones sociales que se identifiquen con las problemáticas de nuestro estado? La desintegración familiar, el alcoholismo, la drogadicción, las enfermedades terminales como el cáncer o SIDA, son situaciones comunes entre la población de Yucatán.

Entre las obras literarias que han reflexionado sobre enfermedades y padecimientos sociales en nuestra península, se encuentra la novela Un año en el hospital de San Lázaro del yucateco Justo Sierra O’Reilly, que nos habla de los enfermos de lepra en el siglo XIX y el hospital donde eran recluidos en Campeche. Es importante resaltar desde la sociología literaria estos señalamientos hechos por los autores. Me pregunto: ¿qué literatura estamos escribiendo en Yucatán que se detenga en el suicidio como padecimiento en nuestro estado en la actualidad? ¿Hemos reflexionado sobre lo que significa rescatar el testimonio de un enfermo terminal de SIDA?

La literatura quizás sea una forma de evadir las distancias personales. El suicidio, como proceso multifactorial, es un sendero complicado. Tener nuestras relaciones rotas con nuestro entorno afecta gravemente el estado de ánimo, hasta ponernos en la antesala de la muerte con la aparición de las fantasías suicidas. Esto es apresurar la autodestrucción a diferencia de quien no es excluido por el modelo socioeconómico injusto en que vivimos. ¿Cómo podemos incluir a esos sectores de la población yucateca para la reflexión que han sido marginados por culpa de la doble moral, la hipocresía y la deshonestidad?

Cuando uno no es partícipe del paraíso de las buenas costumbres, volcarse dentro de sí por medio de la escritura es también una profunda forma de amarse. La falta de amor que padecemos por nacer con la “culpa” del pecado tiene que restaurarse frente a esta afrenta religiosa; nacemos incompletos y merecemos ser castigados por no ser “puros” en el origen. El estar marginados de las extensas páginas de eventos sociales puede transformarse en la posibilidad de vivir creativamente rebelándonos de estas imposiciones hipócritas.

Cuando esta capacidad de crear se ha desarrollado nadie es capaz de destruirnos y hacernos desaparecer. Los más altos valores han sido tratados por los poetas desde sus más oscuros terrores. Las vivencias pésimas son las que nos restituyen y nos dan la lucidez para crear discursos dotados de inteligencia estética. Puesto que ninguna amenaza es capaz de imponerse y aniquilarnos, debemos lacerar ese orden impuesto por las presencias divinas en la tierra.

Sábado 24 de enero, 2009. Diario Por Esto!


domingo, enero 04, 2009

El fomento a la lectura en Yucatán: el otro compromiso

Tomás Ramos Rodríguez *

Leer es el acto, por medio del cual los ciudadanos de un país pueden llegar a entenderse mejor unos con otros. Tomando en cuenta el desamparo en que nos encontramos con el trabajo cotidiano que desempeñamos en nuestras vidas diarias, el hecho de tomar un libro para abrirlo y explorar sus páginas, es de por sí un logro muy grande. Por esto cuando hablamos del fomento a la lectura en Yucatán, nos referimos a un compromiso hacia adelante, para hacerle un bien a las generaciones que vienen después de nosotros y nuestro deber es comprometernos con ellos. 

Cuando somos jóvenes y queremos salir adelante, hacemos un sacrificio enorme. Mi familia lo hizo también para que yo estudiara; de alguna forma, leer esos libros en mi infancia y adolescencia me inspiraron para construir un camino, y ser hoy un profesor de Lengua Española y Letras. Los libros dejan de ser una distracción solamente, y se convierten en una forma de vida para quien los ama. Por los libros conocí la historia del pueblo yucateco, y en un momento dado, quise también escribir sobre la historia de este pueblo. Este pueblo nuestro que es Yucatán. 

Mi deseo siempre fue agregar unas letras, quizá no tan brillantes, como las escritas por las plumas de grandes escritores como Justo Sierra O'Reilly, Eligio Ancona, Ermilo Abreu Gómez, Antonio Mediz Bolio, Eduardo Urzaiz Rodríguez; y actualmente Joaquín Bestard Vázquez, que aunque muchas veces parece tan olvidado y confinado en el abandono, es autor de una obra que sigue creciendo sin detenerse. Leer los libros de estos escritores y las historias que cuentan en ellos ha hecho que vayamos entendiendo quiénes somos como sociedad yucateca, cuando por momentos nos perdimos en la espiral de la memoria que nos hizo relegar nuestros orígenes. Gracias a la lectura podemos recordar lo que fuimos en el pasado para defender una vida digna en este presente. 

El fomento de la lectura, con medios y recursos capaces de difusión cultural en las aulas de las escuelas de Yucatán, es una tarea importante. La lectura de yucatecos ilustres en las escuelas, es necesaria para la revisión de nuestra identidad en un contexto nacional e internacional. Recordemos, por ejemplo, a Ermilo Abreu Gómez, quien en Canek narró desde su particular criterio social y humano, un mundo yucateco único y sin igual. Abreu Gómez nos entregó una prosa dentro de lo real-maravilloso, como de la que habló en El Reino de este Mundo el escritor cubano Alejo Carpentier al inmortalizar la exploración de la realidad en nuestro continente, mirándolo detalladamente y narrándolo, elevándolo sin complejos dentro del concierto de culturas. En las obras de estos yucatecos que conforman la historia de Nuestro Yucatán, se encuentra siempre el deseo de revalorar nuestra identidad y cultura, donde suenan los ecos de nuestro universo latinoamericano, así como expresó a finales del siglo XIX, el prócer José Martí en su renombrado ensayo "Nuestra América". 

En este margen, también falta reflexionar en el actual siglo XXI acerca del apoyo tan necesario para los escritores yucatecos en lengua maya. Estos escritores nos están contando su historia, su visión del mundo, que antes era solamente contada por extranjeros que, viniendo de paseo, escribían libros en los cuales creían entender tan majestuosa cultura y el dolor ajeno. Por esto la claridad del poeta cubano Roberto Fernández Retamar encuentra eco en los escritores en lengua maya de Yucatán que, hace un tiempo, hicieron suyo el consejo de Calibán. Entendieron el lenguaje del amo, se lo apropiaron, lo dominaron y lo han hecho parte de su lengua originaria. Su acto de rebeldía ha sido y es poder expresarse y escribir en su lengua original, para que de esta manera perdure la identidad e historia de nuestro pueblo yucateco. Deberíamos estar agradecidos con ellos, y con la labor que actualmente desempeñan. Un fomento a la distribución de sus obras literarias sería un reconocimiento justo a quienes han luchado frente a la destrucción de su cultura desde la Conquista, pasando por la Colonia hasta la Independencia Mexicana, llegando hasta los proyectos macroeconómicos de hoy. El intento de exterminio de su lengua y su cultura en la globalización ha sido de esperarse, pero está condenado al fracaso. 

La lectura ayuda a desaparecer las fronteras que nos separan. Leer nos transporta a mundos desconocidos. Como he dicho anteriormente, leer es ofrecerse libremente a un mar desconocido y salvaje que conlleva en sí mismo un profundo acto de libertad. Fomentar la lectura en Yucatán, con programas culturales adecuados, nos ofrece condiciones de mejoramiento de nuestra calidad de vida, pues un pueblo educado y consciente de sus raíces es un pueblo que podrá alcanzar mejores relaciones con sus semejantes y una mejor organización también ante la catástrofe cuando se nos presente. 
Fomentar la lectura con nuestros alumnos, con nuestros amigos y semejantes nos hace ser más unidos como pueblo; nos hace entender quiénes somos ante la historia, encontrando el espacio de nuestro Yucatán, entendiendo a dónde pertenece nuestra península yucateca, ayudando a hacer nuestra tarea dentro del gigante cultural que es la tan querida nuestra América, para continuar la visión integracionista del sabio maestro y prócer José Martí. 

*Discurso leído, en nombre de la Red Literaria del Sureste, durante el desayuno del Día del Escritor, el 20 de diciembre de 2008.


Enero 3 de 2008, Diario Por Esto!