jueves, septiembre 26, 2019

Los siniestros, Tomás Ramos Rodríguez



son ellos,
los sinvergüenzas, los homicidas:
los que nos deshonran y nos apremian
y son iguales al odio que se tragan,
aunque se hagan pasar por intelectuales

nos devoran,
nos expulsan,
nos engullen,

nos creman en basureros

quienes nos besan las manos
para decirnos que, con ellos,
los ellos, los inigualables,
estaremos más seguros

que si el cambio está en nosotros,
que si somos flojos, qué malagradecidos,
que si el anti-poeta Parra
tejió el discurso de los asesinos

los incógnitos, los mentirosos

los que censuran la patria latina
y escupen en nuestras hojas;
los que nos callan y nos expulsan
porque les somos incómodos

ellos los tan cómodos, los ensombrecidos

sinvergüenzas exquisitos
porque no dejan la falsa modestia,
el dedo juicioso y la pose del escritor progre;
abarrotan páginas de Facebook
porque no quieren tolerar otra voz

porque no les gustan nuestras sonrisas
y la alegría rebelde de nuestra juventud

por esto

que vivan las juventudes eufóricas,
que vivan los periodistas combativos,
las madres guerreras, y las selvas,
y mueran las hogueras del verbo

que vivan Benedetti y Gelman,
y todos los que desaparecieron

que vivan los estudiantes
que nunca probaron un beso,
que nunca arrullaron una caricia,
que no lloraron la ternura del hijo
que sus gotas nunca estremecieron

que ellos sepan que los recordamos,
y los siniestros que nunca olvidaremos

porque nosotros,
los que marchamos por la noche,
siempre, siempre, siempre cantaremos



sábado, septiembre 21, 2019

I Have Roads In Me, Jimmy Santiago Baca





I HAVE ROADS IN ME

winding within my arteries
into distant hills
of memories,
where dreams float like dandelion fibers
on bright, chill, breezy
mornings under a canopy
of cottonwood branches.

Where leaves glimmer
sunlight
roads turn.

I have roads in me
where drums pound a sacrifice
and beckon
to again believe in life’s wonder,
where I lean the intense passion,
seeing the sparkling, dewdripping
leaves upon moist, pine-needled ground.

My heart restored,
I am guided
by stars
and a raging desire to live.


Jimmy Santiago Baca, en Singing at the Gates: Selected Poems (2014), 109.


 

miércoles, septiembre 18, 2019

Poema interrumpido por un allanamiento, Juan Bañuelos





Aquí la sangre, aquí tal si saliera
de una enorme bestia destazada.
La humareda de los siglos ahogándome.
Golpeando atrás del alma, golpeado
en nombre de la puerta custodiada:
        "Ten coraje, Bañuelos.
                                    Valor, viejo".
Será en la cacería siguiente
cuando mi íngrimo horizonte
caiga bajo la zarpa estrujamiedo.
Será. Será.
Los nervios con sus patas de diarrea.
Será el ciempiés errante de las fosas
abiertas en los rostros.

Y hallándome acosado
parpadeó el espejo
detrás de mi memoria.
Jugué a tener memoria.
Ascendí ensacerdotado de juncia y de cafetos.
Corrí por los llanos de Colón.
Fuí huésped a los quince
de aquella cárcel municipal,
y luego él "considera que es tu hijo"
y "o das tu cuota o friegas los excusados"
y ese olor natal de Tuxtla y sus alrededores
cuando, leyendo bajo el puente, el agua era
una ave larga que volaba boca arriba.

Y ahora aquí, entre la producción y el miedo,
"bendito seas entre todos, bendito", "no te eches
a perder", "visita a tus tíos"...
Avergonzado de gastar todos estos años
en imágenes de aserrín, con los puños cerrados,
como el lagarto al acecho del mosco 
en la ribera.
Necio. El polvo de la persiana cae en mis hombros.
Qué quiere usted. Salmuera en mi ojo izquierdo
que rodea desgarrado el farallón
de lo que he podido soñar, de lo que tú no soñarás:
"la bida práctica es astucia, mi amigo.
Jode, come y vebe. Entra al PRI"...

Y todavía habrá personas que se asombren
cuando cuentes que las hormigas
rezan su hastío, que el odio nunca está solo,
y que la sombra del durazno
huele lo mismo que su flor.
                                (Ay pequeño Sabinal de lavanderas
                                chorreando sol bajo las miradas
                                de las comadrejas y de la hierba
                                asustada).

Y hallándome acosado,
                        en tanto aplaco
    mis nervios con sus patas de diarrea,
                        mientras enloquezco,
    mientras muerdo estas paredes,
acuso a la luz
de que al abrir una granada
se despeñó hacia adentro
haciendo saltar su espuma roja
      idéntica
a la que expulsa el azteca desollado.
 
Juan Bañuelos, 
en Espejo Humeante (1968).