lunes, enero 26, 2009

Suicidio y literatura

Tomás Ramos

El suicidio cobra una gran cantidad de vidas todos los días. Las pérdidas humanas registradas en suicidios en Yucatán son equivalentes a las registradas en una guerra sucia; pero ahora el modelo socioeconómico es quien se encarga de desaparecer familiares y amigos. La gente de Yucatán necesita ser concientizada de este problema. El suicidio no es un caso de locura, sino que es producto de la marginación y la moral social.

La literatura podría ser considerada una de las formas en que puedan canalizarse aspectos emocionales. Se tendrían que desarrollar estrategias de la mano de especialistas en el tema del suicidio para poder tratar de manera objetiva el problema, desarrollando talleres dentro de los cuales puedan establecerse temas convenientes a personas que sufran de depresión. Leer una obra literaria es también hacer un diagnóstico de sí mismo ya que el análisis de nuestro entorno deviene de la reflexión surgida del acto de leer.

La depresión y sus embates son síntomas previos a cuadros suicidas. Al detectar la depresión se debe acudir a un especialista a quien podamos explicarle lo que sentimos inmediatamente. El Gobierno del Estado debería invertir más en el desarrollo de estas estrategias de salud mental, acercándose a la comunidad llegando hasta las zonas más apartadas. 

Teniendo en cuenta la represión emocional que se vive en nuestra sociedad, es muy difícil abrirse con los demás hablando de uno mismo, pues el mostrar nuestras emociones es tomado como símbolo de debilidad. Establecer un diálogo con nuestros amigos y familia es difícil, por eso son necesarias actividades como la lectura que es una importante herramienta de reflexión. 

¿Qué nos cuesta promover salas de lectura donde se procure reflexionar sobre obras literarias acerca de situaciones sociales que se identifiquen con las problemáticas de nuestro estado? La desintegración familiar, el alcoholismo, la drogadicción, las enfermedades terminales como el cáncer o SIDA, son situaciones comunes entre la población de Yucatán.

Entre las obras literarias que han reflexionado sobre enfermedades y padecimientos sociales en nuestra península, se encuentra la novela Un año en el hospital de San Lázaro del yucateco Justo Sierra O’Reilly, que nos habla de los enfermos de lepra en el siglo XIX y el hospital donde eran recluidos en Campeche. Es importante resaltar desde la sociología literaria estos señalamientos hechos por los autores. Me pregunto: ¿qué literatura estamos escribiendo en Yucatán que se detenga en el suicidio como padecimiento en nuestro estado en la actualidad? ¿Hemos reflexionado sobre lo que significa rescatar el testimonio de un enfermo terminal de SIDA?

La literatura quizás sea una forma de evadir las distancias personales. El suicidio, como proceso multifactorial, es un sendero complicado. Tener nuestras relaciones rotas con nuestro entorno afecta gravemente el estado de ánimo, hasta ponernos en la antesala de la muerte con la aparición de las fantasías suicidas. Esto es apresurar la autodestrucción a diferencia de quien no es excluido por el modelo socioeconómico injusto en que vivimos. ¿Cómo podemos incluir a esos sectores de la población yucateca para la reflexión que han sido marginados por culpa de la doble moral, la hipocresía y la deshonestidad?

Cuando uno no es partícipe del paraíso de las buenas costumbres, volcarse dentro de sí por medio de la escritura es también una profunda forma de amarse. La falta de amor que padecemos por nacer con la “culpa” del pecado tiene que restaurarse frente a esta afrenta religiosa; nacemos incompletos y merecemos ser castigados por no ser “puros” en el origen. El estar marginados de las extensas páginas de eventos sociales puede transformarse en la posibilidad de vivir creativamente rebelándonos de estas imposiciones hipócritas.

Cuando esta capacidad de crear se ha desarrollado nadie es capaz de destruirnos y hacernos desaparecer. Los más altos valores han sido tratados por los poetas desde sus más oscuros terrores. Las vivencias pésimas son las que nos restituyen y nos dan la lucidez para crear discursos dotados de inteligencia estética. Puesto que ninguna amenaza es capaz de imponerse y aniquilarnos, debemos lacerar ese orden impuesto por las presencias divinas en la tierra.

Sábado 24 de enero, 2009. Diario Por Esto!


2 comentarios:

Raúl H. Pérez dijo...

Buen texto.

¿Te gusta su versión en el blog de la Red?

Saludos.

Unknown dijo...

Hay un libro muy bueno que reflexiona acerca del suicidio y sus causas, quizá ya lo has leído, se llama Réquiem por un suicida, de René Avilés Fabila. Está sensacional, pero como dices, quizá no recomendado para gente muy depresiva, ya que podrían tomar algunas cosas de las que dice el autor muy en serio... Saludos!