Tomás Ramos Rodríguez *
Leer es el acto, por medio del cual los ciudadanos de un país pueden llegar a entenderse mejor unos con otros. Tomando en cuenta el desamparo en que nos encontramos con el trabajo cotidiano que desempeñamos en nuestras vidas diarias, el hecho de tomar un libro para abrirlo y explorar sus páginas, es de por sí un logro muy grande. Por esto cuando hablamos del fomento a la lectura en Yucatán, nos referimos a un compromiso hacia adelante, para hacerle un bien a las generaciones que vienen después de nosotros y nuestro deber es comprometernos con ellos.
Cuando somos jóvenes y queremos salir adelante, hacemos un sacrificio enorme. Mi familia lo hizo también para que yo estudiara; de alguna forma, leer esos libros en mi infancia y adolescencia me inspiraron para construir un camino, y ser hoy un profesor de Lengua Española y Letras. Los libros dejan de ser una distracción solamente, y se convierten en una forma de vida para quien los ama. Por los libros conocí la historia del pueblo yucateco, y en un momento dado, quise también escribir sobre la historia de este pueblo. Este pueblo nuestro que es Yucatán.
Mi deseo siempre fue agregar unas letras, quizá no tan brillantes, como las escritas por las plumas de grandes escritores como Justo Sierra O'Reilly, Eligio Ancona, Ermilo Abreu Gómez, Antonio Mediz Bolio, Eduardo Urzaiz Rodríguez; y actualmente Joaquín Bestard Vázquez, que aunque muchas veces parece tan olvidado y confinado en el abandono, es autor de una obra que sigue creciendo sin detenerse. Leer los libros de estos escritores y las historias que cuentan en ellos ha hecho que vayamos entendiendo quiénes somos como sociedad yucateca, cuando por momentos nos perdimos en la espiral de la memoria que nos hizo relegar nuestros orígenes. Gracias a la lectura podemos recordar lo que fuimos en el pasado para defender una vida digna en este presente.
El fomento de la lectura, con medios y recursos capaces de difusión cultural en las aulas de las escuelas de Yucatán, es una tarea importante. La lectura de yucatecos ilustres en las escuelas, es necesaria para la revisión de nuestra identidad en un contexto nacional e internacional. Recordemos, por ejemplo, a Ermilo Abreu Gómez, quien en Canek narró desde su particular criterio social y humano, un mundo yucateco único y sin igual. Abreu Gómez nos entregó una prosa dentro de lo real-maravilloso, como de la que habló en El Reino de este Mundo el escritor cubano Alejo Carpentier al inmortalizar la exploración de la realidad en nuestro continente, mirándolo detalladamente y narrándolo, elevándolo sin complejos dentro del concierto de culturas. En las obras de estos yucatecos que conforman la historia de Nuestro Yucatán, se encuentra siempre el deseo de revalorar nuestra identidad y cultura, donde suenan los ecos de nuestro universo latinoamericano, así como expresó a finales del siglo XIX, el prócer José Martí en su renombrado ensayo "Nuestra América".
En este margen, también falta reflexionar en el actual siglo XXI acerca del apoyo tan necesario para los escritores yucatecos en lengua maya. Estos escritores nos están contando su historia, su visión del mundo, que antes era solamente contada por extranjeros que, viniendo de paseo, escribían libros en los cuales creían entender tan majestuosa cultura y el dolor ajeno. Por esto la claridad del poeta cubano Roberto Fernández Retamar encuentra eco en los escritores en lengua maya de Yucatán que, hace un tiempo, hicieron suyo el consejo de Calibán. Entendieron el lenguaje del amo, se lo apropiaron, lo dominaron y lo han hecho parte de su lengua originaria. Su acto de rebeldía ha sido y es poder expresarse y escribir en su lengua original, para que de esta manera perdure la identidad e historia de nuestro pueblo yucateco. Deberíamos estar agradecidos con ellos, y con la labor que actualmente desempeñan. Un fomento a la distribución de sus obras literarias sería un reconocimiento justo a quienes han luchado frente a la destrucción de su cultura desde la Conquista, pasando por la Colonia hasta la Independencia Mexicana, llegando hasta los proyectos macroeconómicos de hoy. El intento de exterminio de su lengua y su cultura en la globalización ha sido de esperarse, pero está condenado al fracaso.
La lectura ayuda a desaparecer las fronteras que nos separan. Leer nos transporta a mundos desconocidos. Como he dicho anteriormente, leer es ofrecerse libremente a un mar desconocido y salvaje que conlleva en sí mismo un profundo acto de libertad. Fomentar la lectura en Yucatán, con programas culturales adecuados, nos ofrece condiciones de mejoramiento de nuestra calidad de vida, pues un pueblo educado y consciente de sus raíces es un pueblo que podrá alcanzar mejores relaciones con sus semejantes y una mejor organización también ante la catástrofe cuando se nos presente.
Fomentar la lectura con nuestros alumnos, con nuestros amigos y semejantes nos hace ser más unidos como pueblo; nos hace entender quiénes somos ante la historia, encontrando el espacio de nuestro Yucatán, entendiendo a dónde pertenece nuestra península yucateca, ayudando a hacer nuestra tarea dentro del gigante cultural que es la tan querida nuestra América, para continuar la visión integracionista del sabio maestro y prócer José Martí.
*Discurso leído, en nombre de la Red Literaria del Sureste, durante el desayuno del Día del Escritor, el 20 de diciembre de 2008.
Enero 3 de 2008, Diario Por Esto!