lunes, mayo 19, 2008

Óscar Oliva

DERRUMBE


Es como tirarse a una lágrima,
con un saco de piedras
a la cintura.
Es como oler mal, como tener hambre.
Tal es la situación
del que aguarda que la ciudad
empiece a derrumbarse;
tal es el que con una pala
en la diestra y una pica
en la sombra va a meter
su propia alma a este derrumbe.

Por eso, cuando anochezco,
siento un fuerte dolor
que me hace trastabillar,
escucho la dinamita que estalla
salpicando mi cerebro en las paredes,
y entrar en la sublevación
que levanta tiesa llamarada.

Cuando el dolor se calma,
cuando una banderola me hace señas,
un gallo picotea mis astillas;
me incorporo y es la otra ciudad,
otra culebra cegándome
donde soy
el cometa
que viaja
fuera de su curso,
y que de pronto
se da cuenta
que ha llegado
a una estación
sin cráneo.

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