miércoles, febrero 12, 2014

La usurpación de la materia

Tomás Ramos Rodríguez

El escritor, efectivamente, también escribe la historia. Surge el sujeto literario como un error lingüístico, como una escritura forzada y anticanónica, que existe como “el no debiera estar aquí”; cuando a la escritura no hay que juzgarla, sino hay que compartirle nuestros secretos. Hay que preguntarle su origen, si la materia de la que nació fue el amor. Mario Benedetti supo de eso. Por eso su mirada se llenaba, diariamente, de rocío material.

La poesía vive en el verso y, es cierto, en las palabras; pero esa, para que vibre debe estar compuesta de materia y de sustancia. La poesía no solamente vive en el vicioso endecasílabo, musical y facilón, que algunas ocasiones es un estigma en el que muchos poetas caen, pues utilizan esta licencia poética para lograr una musicalidad agradable al oído y repiten como fórmula, alejando su poema –hecho éste, es cierto, de palabras– de una materia humana que permita abrir las dimensiones del significado en el poema a un universo mucho mayor.

Hagamos de cuenta que tenemos una nieve de limón; o sea, esta es una nieve con sabor, una nieve que no es nieve natural debido a su condición de frescura saborizada, no pura, pero en su artificio pervive llena de sabores con sus colores antinaturales. Como el ritmo poético, esta nieve de limón, es una composición semántica que está compuesta de sonidos que se modifican con la intervención verbal y el orden gramatical de la lengua, así como con sus calificativos, pronombres, etc. Sí, son palabras, pero estas palabras son dirigidas por un orden que se establece desde la gramática que rige las reglas con que se produce determinada lengua que modifica nuestro entorno, cuando elige palabras diferentes de acuerdo a la condición social, cultural y política, desde la cuál estamos hablando.

La poesía, entonces, es una forma de musicalizar y multiplicar el universo de sentidos del habla, donde nuestra lengua y signos gestuales comunican nuestro entendimiento y relación diaria con las cosas que nos rodean. Uno de los artes más increíbles que un poeta puede manejar es el curso que puede darle a los significados de las palabras que cotidianamente usa de una forma, para que pueda cambiarles ese sentido a otro diferente que vive como unidad dentro de una obra de arte.

Este arte de la mentira es también comunicar; versar comunicará musicalmente el sonido de la memoria, la abstracción de nuestra historia bajo el universo de los significados de las cosas.

El verso es un artificio de sonidos falsos, es un sonido proveniente de la imaginación verbal, un conjunto de sonidos creados que al ejecutarse con la voz, así como cuando ejecutamos una canción con una guitarra. Versos con métrica, como en la poesía barroca y clásica con sus rimas, produciendo una materia.

Pero todos quieren hablar de poesía, ser artistas, poetas, hasta quienes no lo son. Muchos quieren ser profesionales u orfebres del verso, de la materia del mensaje, aunque no conjuguen en el habla diaria de manera adecuada un verbo. Entre ellos encontramos muchos artistas postmodernos, postmodernistas, paramodernos, metamodernos, antemodernos, inversomodernos y hasta “anverso” modernos, que andan emitiendo mensajes arbitrarios sin una red de significados que le den coherencia a lo emitido; o sea, mensajes sin mensaje.

Periódico Por Esto! 28 de Junio de 2013. 









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