Tomás Ramos
Rodríguez
Estimado
Manuel Álvarez Gato:
Aproximadamente
hace 10 años, después de darle inicio a nuestra amistad, empezamos a reunirnos
en los cafés citadinos. Caminábamos por las calles de Mérida pensando en los
atardeceres cuando era de noche; cuando era de día, pensábamos nuevamente en la
noche. Hoy es nuevamente el aire, adverbio modificando el verbo, nuevamente la
charla y la tertulia, nuevamente la literatura pero sin las redes sociales.
Lo mejor al escribir contigo ha sido trascender talleres
literarios, pelafustanerías y pirómanos disfrazados de lenguajes barrocos;
nunca han enunciado el canto positivo de la angustia, aunque disfrazan de
heroísmo el dolor de pecho y la desesperación. La literatura no es angustia
mocha, sino tonalidades deslumbrantes que se abren ante nuestros ojos.
¿Sabes? Pensaba en el tapón, creo que muchos necesitan tapar
el boquete. Paquetes por doquier, hasta en el café de olla y en el oráculo del
menú. Pienso en la cartografía caníbal, el Che tomando mate y en las hazañas de
Jimbo y el Cachaco en los bordes de la frontera.
¿Sabes que viví 2 años en la frontera de Ciudad Juárez y El
Paso, Tejas? Viví en las entrañas indígenas de Nuevo México; ahí tuve una casa,
un conejo que hablaba con la luna. La casa avizoraba en la ventana las tardes
frescas con un rojo sol, por los inviernos nieve con frío, que se mantenía
hasta por 2 semanas sin derretirse de la cornisa, tal como sucedió en Boston
donde recuerdo las heladas praderas de la noche. Ahí leí Caliban y descubrí que
poseo el lenguaje del amo.
Pienso que reflexionemos en lo que hace unos días el Dr.
Gaspar Baquedano escribió bajo el título de MEDIOCRIDADES: “Rechazamos lo que
no es afín a nosotros, lo que es diferente, distinto y diverso porque de alguna
manera, nuestra posición egocéntrica se siente amenazada con lo que no es
igual, parecido o conocido. Atacamos y descalificamos con rabia lo que no es
como nosotros, al que no ve las cosas como creemos que son, a quien se atreva a
presentarnos una imagen del mundo que se escapa de los rígidos y estrechos
márgenes de nuestro autoritarismo.”
Ese “nosotros” donde se encuentra reflejada la sociedad es
la que nos rechazará, siempre ha sido así, por pensar de manera diferente a
como lo hacen los demás. Dentro de este parámetro se encuentra, por supuesto,
la cultura, el arte y la literatura. Pasemos a otra página, sigamos escribiendo
la visión que portamos ante quienes no la entienden y, no quieren entender, bajo
la enorme capa del ego y el autoritarismo. Ellos serán alcanzados por su
destino, tarde o temprano, pero dentro de poco.
Hace 10 años las guitarras nos sorprendían en la madrugada,
leíamos los poemas que ayer tanto nos inspiraron, nos reuníamos en los cafés
todos los días, nos incendiaba la avenida y el tránsito de los autos pasando,
las parejas amándose cuando aún no existían los celulares. Recuerdo el teléfono
público afuera de mi casa en la avenida, alrededor del cuál los amigos nos
quedábamos a contar historias sobre el amor. Aquel amor, junto al teléfono, que
tan solo unos días nos había abandonado para siempre.
Atentamente:
Jimbo “El Tomate” Jones.
Desde la Finiquera, en la
Nazizona, en el corazón de Aztlán.
P.D.1. ¿Y la literatura,
otra vez, cuando?
P.D.2. La literatura es un
mar que, como lenguaje, en sí misma se desborda.
Periódico Por Esto! 3 de mayo de 2013.
Periódico Por Esto! 3 de mayo de 2013.
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