lunes, junio 29, 2020

Qué son las islas, Roberto Fernández Retamar



 

 

Esto tienen de bueno los poetas,

 

Que han dicho lo que uno quería decir.

 

¿Dé que otra manera comunicarle lo que sintió

 

Al ver desde el aire los islotes verdes desparramados por el mar,

 

y cuando ya en el barco contempló a lo lejos el borde agreste

 

de la isla,

 

Sino como ya lo escribió la poeta:

 

¿Qué son las islas si no estás tú?

 

Eso es lo que gritó al aire luminoso de la tarde

 

Y lo que musitó después en la atormentada noche,

 

Añadiendo un nombre que en la cabina sonaba extraño

 

Como una flor de otro planeta.

 

¿Y podrá creer que la playa maravillosa,

 

Con su cadera de oro mordida por un ávido mar,

 

y la planicie del centro echada como un manto

 

No han podido ser gran cosa no estando ella,

 

Que ha dejado despoblada y silenciosa

 

Esa ciudad, ojo de la violencia, que ella hechizara

 

Marcando los lugares de encuentros y despedidas

 

Con una nostalgia como una cicatriz?

 

 

Roberto Fernández Retamar en Poesía nuevamente reunida (2011).



domingo, junio 07, 2020

Ahogo en un vaso de agua, Óscar Oliva




De la ceguera vengo,
arcaico,
inarmónico,
inagotable por las cuestas del ajo,
alegre,
medio borracho,
bullente de grifos y géyseres,
dando la impresión de un cometa desgarbado.


Me descuelgo del perejil
por un bejuco de luciérnagas:
quedo a la altura de los topos,
embarrado de luciérnagas.


Bajo por la punta de un alfiler.
Soy el primer eslabón o punto de un círculo,
clamo adentro de ese círculo,
trato de romperlo,
con un gesto,
con los dientes.


Pero es inútil. Me ahogo.
Hay que comenzar de nuevo, hasta la desesperación:
de la ceguera vengo, voy a la ceguera,
dándo la impresión de un hacha jorobada…

 

De Óscar Oliva en Estado de sitio (1971).


 

lunes, marzo 02, 2020

Y sin embargo sé que son tinieblas, Fina García Marruz





Y sin embargo sé que son tinieblas 

 

las luces del hogar a que me aferro, 

 

me agarro a una mampara, a un hondo hierro

 

y sin embargo sé que son tinieblas. 

 



Porque he visto una playa que no olvido, 

 

la mano de mi madre, el interior de un coche, 

 

comprendo los sentidos de la noche, 

 

porque visto una playa que no olvido. 

 



Cuando de pronto el mundo da ese acento distinto, 

 

cobra una intimidad exterior que sorprendo, 

 

se oculta sin callar, sin hablar se revela, 

 



Comprendo que es el corazón extinto

 

de esos días manchados de temblor venidero

 

la razón de mi paso por la tierra. 

 

 

 

Fina García Marruz 

Premio Nacional de Literatura, 1990

Cuba

 



lunes, noviembre 04, 2019

Mientras tomo una taza de café, Óscar Oliva




Mientras tomo una taza de café repaso los poemas

que he escrito


¡Cuánta confusión! ¡Cuántas palabras perdidas!


¿Bajo qué impulso lancé mi pecho mis descomposturas


a la búsqueda de ese mar que no es claro ni habitable?


Si he dicho soledad árbol o cieno


fueron palabras imprecisas para extender mis brazos


para darle un vuelco al reloj y mostrar su desnudez


y sus caminos



He tomado conciencia de mis obligaciones


y he querido dar a los hombres nada más un relámpago



Debajo de una imagen ahora me duermo


ahora la doblo ahora la subrayo



Mañana despertaré en un mundo nuevo



 

Óscar Oliva, poema de Áspera cicatriz,

en Ocupación de la palabra (1965).




 

martes, octubre 22, 2019

I Worried, Mary Oliver


 
I worried a lot. Will the garden grow, will the rivers
flow in the right direction, will the earth turn
as I was taught, and if not how shall 
I correct it?

Was I right, was I wrong, will I be forgiven, 
can I do better?

Will I ever be able to sing, even the sparrows
can do it and I am, well, 
hopeless.

Is my eyesight fading or am I just imagining it, 
am I going to get rheumatism, 
lockjaw, dementia?

Finally I saw that worrying had to come to nothing. 
And gave it up. And took my old body
and went out into the morning, 

and sang. 

 
"I Worried", Mary Oliver. 


jueves, septiembre 26, 2019

Los siniestros, Tomás Ramos Rodríguez



son ellos,
los sinvergüenzas, los homicidas:
los que nos deshonran y nos apremian
y son iguales al odio que se tragan,
aunque se hagan pasar por intelectuales

nos devoran,
nos expulsan,
nos engullen,

nos creman en basureros

quienes nos besan las manos
para decirnos que, con ellos,
los ellos, los inigualables,
estaremos más seguros

que si el cambio está en nosotros,
que si somos flojos, qué malagradecidos,
que si el anti-poeta Parra
tejió el discurso de los asesinos

los incógnitos, los mentirosos

los que censuran la patria latina
y escupen en nuestras hojas;
los que nos callan y nos expulsan
porque les somos incómodos

ellos los tan cómodos, los ensombrecidos

sinvergüenzas exquisitos
porque no dejan la falsa modestia,
el dedo juicioso y la pose del escritor progre;
abarrotan páginas de Facebook
porque no quieren tolerar otra voz

porque no les gustan nuestras sonrisas
y la alegría rebelde de nuestra juventud

por esto

que vivan las juventudes eufóricas,
que vivan los periodistas combativos,
las madres guerreras, y las selvas,
y mueran las hogueras del verbo

que vivan Benedetti y Gelman,
y todos los que desaparecieron

que vivan los estudiantes
que nunca probaron un beso,
que nunca arrullaron una caricia,
que no lloraron la ternura del hijo
que sus gotas nunca estremecieron

que ellos sepan que los recordamos,
y los siniestros que nunca olvidaremos

porque nosotros,
los que marchamos por la noche,
siempre, siempre, siempre cantaremos