viernes, julio 31, 2009

Los desprendimientos góticos del alma

Rodrigo Ordóñez Sosa y Tomás Ramos Rodríguez

Escribir desde lejos de la tierra, y no desde el destierro, es lo que hace que la poesía de Álvaro Baltazar Chanona Yza establezca un puente entre dos mares o dos tierras diferentes. Nacido en Mérida, Yucatán, y radicado sucesivamente en Guadalajara, Mexicali y Cancún, donde ha participado en diversos foros nacionales, suplementos y revistas literarias.

En esta ocasión, nos presenta “La alforja de los desprendimientos”, coedición de la editorial Versodestierro en la colección “Las cenizas del quemado” con el Instituto de Cultura de Yucatán y el Conaculta. En este libro plasma sus sentimientos de una manera directa y podríamos decir visceral. La voz de un hablante lírico fluida que no se detiene a mirar la lentitud de las mareas, diferente a concentrarse en el torrente destructor de unas aguas agitadas desde el horizonte de la noche. Como el mismo dice, su alforja es un “cuarto oscuro al que llamamos destino”.

La propuesta de una poesía oscura, desencontrada con la luz del día, nos hace pensar en los poemas que fueron escritos por los poetas decadentistas, los poetas simbolistas y poetas malditos en el siglo XIX. Sin embargo, Chanona Yza promueve estos espacios oscuros dentro de un sitio que es eternamente descrito por la voz poética, donde rara vez aparece un apóstrofe bien definido que nos aclare si nos dirigimos a una mujer, como en el caso del poema “La brillante”, o si es la poesía o el ambiente, o el sitio poético donde el poeta pretende ubicar una voz que va describiendo todo lo que mira desde la pesadumbre de su postura ante la vida, es decir, la luz del mundo es una astilla permanente a los ojos de un poeta cansado, frustrado, sin más ánimos de lo que se encuentra por vivir.

Asimismo, los poemas reflejan un ambiente que recuerda a la literatura gótica, con elementos poéticos que nos arropan en el miedo o el terror, pero más que infundirnos un miedo sobrenatural, nos asfixian con el pesimismo de una sociedad contaminada por la neurosis y los placebos que nos empujan a otros mundos para evitar la realidad. Es por ello que el poeta nos aclara que es “otro hijo necio y bastardo del prozac/ y las anfetaminas”.

De igual forma, los elementos góticos que resaltan en la lectura de los poemas son la referencia a la locura, las características inhumanas que empujan al lector a evitar los espejos, por miedo a encontrar en su cara alguna de las señales de la decadencia moderna que señala el autor. Cada verso refleja una realidad que preferimos evitar, es una invitación para reflexionar sobre el alma en una sociedad basada en la hipocresía y las falsas amistades.

Es un mundo poético que transita en claroscuros intermitentes, con situaciones anímicas que evocan otras realidades. Por ello, tal parece que tenemos a la poesía ubicada en el territorio marino de la noche, y que nunca durante la luz del día, puesto que el único destello claro que podemos mirar en su alforja es cuando se dirige a “La brillante”, así como cuando le habla a la mujer en el poema “Crisálida”. Es un poeta en busca de la esperanza, mas no un poeta desesperanzado, puesto que aún no ha concretado el punto en que se encuentre la revitalización dentro de la figura marina del poeta; es un Simbad que no está varado en la poesía, pero sí en las imágenes que rodean el mundo negro que nos está describiendo en esa mirada que sólo penetra penumbras mas no luz.

La relación que existe entre los mares de Baja California y la nostalgia del Caribe puede ser algo que nos cuestione. Pero en la poesía de Chanona Yza podemos notar que el mar, a pesar de ser un lugar poético mencionado por todos los poetas, es el lugar que no tiene distintivo entre los mares helénicos de la tradición clásica épica, sean el mar de California o el mar Caribe.

En el primer capítulo del libro “Del Caribe esta cosmogonía” los animales del Mayab se mezclan desde la mirada de un poeta en un lugar ubicado en un ideal pasado sobre su imaginación, que nunca busca apegarse a la realidad. Su visión exotista se mezcla con la incursión de vocablos tomados no de la lengua maya contemporánea, pero sí de los lugares y animales que han aparecido dentro de la tradición histórica de la cultura maya, así como sitios de la Riviera de la península yucateca, como Playa del Carmen, desde donde el poeta cierra su primer capítulo luego de meternos a un ambiente desolador, que revalora el pasado por sobre lo nuevo, que le da más validez a la naturaleza por sobre el ambiente urbano y de la ciudad, proponiéndonos la re-creación del mundo por medio del arte.

Vemos al Coatí de Cozumel, un “aristocrático sacbé”, quetzales, al señor de los cielos, a Yal Ku, a Tulum, a los hijos de la X´tabay, donde la naturaleza idílica será la relación de sexualidad-selva, donde lo sexual será una vorágine asentada en la vitalidad del agua (la saliva, el sudor, las rías), donde se abrirán tantas puertas en las que el lector tiene que ubicarse para enterarse de qué es lo que está pasando, y llegamos a un punto del desconcierto dentro de las zonas selváticas de sus estrofas.

El siguiente capítulo le da nombre al libro: “La alforja de los desprendimientos” inicia con un epígrafe de Juan Bañuelos, donde ubica la patria de la palabra para saber dónde estamos. El capítulo avanza en un despliegue de fuerzas malditas que no le dan tregua al lector; el sufrimiento, ante todo, es la única raíz que surge de la garganta del hablante lírico, sufrir, sufrir, sufrimiento extenso en poemas que tienen un tono narrativo. Podemos ver la búsqueda de la angustia como forma de purificación en la estética literaria de Chanona Yza.

El último apartado del libro, titulado “Entre el Erial y el Río”, nos habla del hombre anónimo, aquel que las instituciones y el mundo quieren hundir en la nada, es por ello que empieza la serie de poemas diciendo “Estoy sin ropa y desaseado como una prostituta/ en el cuarto de un hotel de paso”. Nada más anónimo que eso, impersonal y distante. Sin embargo, la voz poética lucha contra la hostilidad del exterior y los gusanos que pululan en los escondrijos del alma. Al final, el poeta decantado expulsa todo hacia el exterior, vacía sus alforjas para decirnos que “mientras más me vacío, más me lleno/ de este apetito insaciable/ de seguir escribiendo”, la única liberación posible es y será siempre a través de la escritura.

Es importante señalar que el lector debe sumergirse en todas las aristas de lo que sucede en el sitio poético del angustiante discurso de Chanona; por ello el autor reserva y modera partes y acciones de su discurso para no soltarnos toda la información posible en este, como si fuera una marea irrefrenable, para que el lector reinvente el mundo que se le presenta por medio de las metáforas, epítetos y demás figuras retóricas, armar con las pistas su interpretación, para apropiarse de la poesía y para volverse uno con la realidad.

Chanona Yza, Alvaro Baltazar: La alforja de los desprendimientos, coedición Instituto de Cultura de Yucatán-Conaculta- Versodestierro, Col. Las cenizas del quemado, México-Mérida, 2009.

Publicado en Por Esto! 29 de Julio de 2009.

viernes, julio 17, 2009

Arenas Blancas y la pluralidad estética


Rosely E. Quijano León

Diferentes voces se entrelazan para conformar el número 10 de la revista Arenas Blancas, de la Universidad Estatal de Nuevo México, que hoy, a través de su editor, Tomás Ramos Rodríguez nos llega a Yucatán.

En este número de la revista —que contiene cuentos, poemas, fragmentos de una novela y teatro, así como ensayos, crónica y reseñas— encontramos que el punto de unión, como se comenta en la página editorial, es una estética fragmentada, donde la intención es dejar atrás la rigurosidad tanto de forma como de contenido que suele caracterizar a las revistas literarias.

Y es que en este número se aprecia un interés por abordar esos temas, que de pronto catalogamos como “escabrosos”, “grotescos”, o que rompen con la idealización y estilización que muchas veces se pretende encontrar en una revista literaria.

Por el contrario, esos temas que pocos abordan y que son parte de nuestro mundo postmoderno se nos presentan desde una visión más actual y renovada. Es así como, por ejemplo, en el ensayo de Rafael Torriz titulado “Entre lo kitsch y lo naco. Aproximaciones a una estética masificada” se nos explica el origen de estos dos términos y cómo se han ido expandiendo hasta ir desplazando los cánones estilísticos.

Torriz en su ensayo se pregunta algo que muchas veces, como mexicanos, nos hemos cuestionado, pues en su ensayo nos dice: “¿De dónde proviene el gusto por lo estrafalario, lo dorado (…) la ropa de marca que suena y tiene tipografías parecidas al original (Mike por Nike) los televisores Rony, los vasos de graduación y quince años (…) las últimas cenas adornadas con escarcha, las figuras de la virgen de Guadalupe con coronas de foquitos navideños”, y situaciones como éstas, de las que alguna vez nos hemos hecho preguntas, ya sea porque algunas de estas cosas han caído en nuestras manos por alguna extraña razón o, si no queremos admitirlo, porque por lo menos tenemos un amigo o conocido que suele adquirirlas.

En fin, no es mi intención resumir el contenido de todos los trabajos que contiene la revista, y si lo hiciera se perdería definitivamente el verdadero sentido de una presentación editorial, que es el de invitarles y contagiarles el interés por leerla. Así que de manera más general quiero comentar que los cuentos son innovadores en cuanto a su temática y nos adentran en la cotidianeidad que cada día nos rodea y nos atrapa.

Los poemas incluidos en la revista tienen como característica su deseo de sublimar el transcurrir de la vida cotidiana, y destacan los pequeños indicadores que nos transportan a una concepción profunda del alma. Así, Oscar Hahn nos transporta a la materialización de los recuerdos, de los sentidos y a las cosas que guardamos a lo largo de nuestra existencia, que no aparecen de golpe, sino al contrario: se deslizan hasta concretarse en nuestro presente. Son las sensaciones que permanecen dormidas, ocultas, esperando para activarse, porque el pasado no desaparece, sino que duerme: “en el cosario yacen las cosas/ están inmóviles a la espera/ de que empiece el deslizamiento/ y cuando empiezan a deslizarse/ y se van cuesta abajo/ entreabren los párpados…”.

Manuel Tejada, en su Litografía del Aprendiz, nos lleva al mundo familiar, versos encadenados con lo impreciso del futuro, con la orfandad heredada, una vida que fluye nada más, que encuentra incentivos para agitarse, para sentir de nuevo el mundo con todas sus pasiones, donde “no habrá prudencia entre estas manos/ si sólo se trata de vivir”. Ambos poemas tienen estéticas diferentes, que fragmentan nuestra concepción del mundo y nos obligan a replantearnos y meditar sobre lo cotidiano y sus posibilidades para entender nuestro espíritu.

Los ensayos muestran diferentes enfoques de temas literarios tanto actuales como clásicos, es el caso del trabajo de Rodrigo Ordóñez titulado “La fragilidad como estética en la literatura y el cine gore”, donde nos adentra en este tipo de literatura y cine que muy pocos estamos acostumbrados a ver y leer y que refleja al fin y al cabo, pese a todas las escenas y descripciones grotescas y sangrientas que contiene, que su única intención es, como menciona Rodrigo, “crear una atmósfera que sofoca al lector con narraciones detalladas e imágenes violentas, para recordarnos que la inmortalidad está basada en el deseo de olvidar que la muerte acecha detrás de cada segundo”.

Por otro lado, nos encontramos ante la desmitificación en la llamada “Novela de la Revolución” de dos héroes históricos de nuestro país: Zapata y Villa en el ensayo de Oscar Ortega Arango titulado “Villa y Zapata: Sombras de su historia” en donde contextualiza a estos dos personajes para comprenderlos mejor. De igual forma, Iván Schulman logra con su ensayo titulado “La mirada martiana del Oriente frente a la globalización modernista” explicar que el término globalización no es algo nuevo y como el autor menciona “Martí lo percibió con clarividencia ejemplar”.

Es importante también mencionar el fragmento de la novela “Diario de las especies” de la escritora Claudia Apablaza, que nos muestra una propuesta muy original en su narración al presentarla en un formato muy innovador y ad hoc con la época, pues la historia la construye a través de un blog y los comentarios que sus visitantes le dejan.

Hay muchas otras cosas interesantes en la revista que como lectores irán descubriendo cuando realicen cada uno de ustedes la lectura de este número, pues el hecho de venir a la presentación de una revista es por el interés que se tiene hacia el contenido de la misma, y para poder cerrar el círculo que inicia con la intencionalidad de los escritores, editores, y demás gente que se involucra con la creación de una revista, definitivamente tiene que ejercerse la lectura de la misma.

Este número en particular engloba una especie de los dos espacios que conforman a su editor y que han sido su ir y venir en los últimos años: Nuevo México y Yucatán. El hecho de incluir diferentes voces de distintas partes del país y del extranjero hace que se refleje la pluralidad de visiones y percepciones, pero que a la vez, pese a la distancia, converjan en un punto y se enriquezcan.

Por lo general, las revistas literarias que surgen de una institución educativa suelen únicamente incluir a los miembros de la misma para difundir sus trabajos, pero este no es el caso de Arenas Blancas, que demuestra apertura para incluir trabajos de diferentes personas de diferentes lugares y formación académica y creo que ello le da el carácter de plural, porque el ser excluyentes nunca ha sido y nunca será el verdadero sentido de la literatura, y hoy en día menos que nunca, en que la literatura traspasa fronteras, idiomas, ideologías, culturas, políticas y muchas cosas más.

Y es significativo que una revista sea tan congruente con su título, su ideología, su idioma y su contenido y, en este caso, su lugar de origen, pues su intención es clara: no existen fronteras para la literatura ni para la difusión de la misma.

Para finalizar, quiero agradecerle a Tomás su invitación y mencionar que para los que tenemos la oportunidad de conocerlo desde hace algunos años nos es casi imposible no ver este trabajo en retrospectiva, desde que inició la revista “Andanzas y Tripulaciones”, ya que hoy observamos su evolución en esta difícil tarea de ser editor. Se le agradece el hecho de incluir trabajos de yucatecos en su revista, de no perder esa nostalgia por los recuerdos y los no tan viejos tiempos de universitario y por tener siempre presente que la literatura no debe ser un pretexto para pleitos, desacuerdos ni distanciamientos, sino todo lo contrario: un medio y un fin para crear y unificar.

(Texto leído para la presentación de la revista Arenas Blancas, en la Biblioteca Central Estatal “Manuel Cepeda Peraza” del ICY, el pasado martes 14 de julio).