lunes, septiembre 28, 2009

La esperanza del silencio



Presentación de la Revista Literaria “Arenas Blancas”

Tomás Ramos Rodríguez

Mérida, Yucatán, 14 de julio de 2009.

Hace poco más de un año, en esta misma biblioteca pública “Manuel Cepeda Peraza”, presentamos el número anterior de la revista “Arenas Blancas”. En esa ocasión, al igual que en esta, tuve la oportunidad de editar literatura yucateca en los Estados Unidos. No es la primera vez que los escritores yucatecos o la literatura escrita desde Yucatán ocupan un lugar en las páginas de publicaciones extranjeras. Pero desde mi condición de yucateco emigrante por cuestiones académicas y laborales, promuevo la enriquecedora posibilidad del diálogo que se pueda establecer con otras culturas literarias de dentro y fuera del país.

La revista literaria “Arenas Blancas” es la publicación semestral de los estudiantes de la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la Universidad Estatal de Nuevo México. Tuve la oportunidad de formar parte de ella un año y medio atrás, y tuve la oportunidad de co-editar los últimos dos números de esta revista. Es importante tener presente desde donde un editor tiene que pensar en lo que es preparar un número de una revista, pues es una tarea tan exigente como preparar un libro, armar una película o un video, escribir un libro de poemas, puesto que tanto la selección de materiales como el orden en que van estos dentro del número corresponden a la construcción de un relato que se encuentra muy lejano a la arbitrariedad de la sección fija, solo por el mero –y necio- hecho de que tiene que existir. En esta ocasión, en este número 10 tuve un intenso trabajo con Diego Ordaz, pues mientras combinábamos nuestras clases de maestría y las clases que impartimos como profesores en el Colegio de Ciencias y Artes Liberales, pudimos salir hacia delante con respecto a los problemas de decisión editorial –los interminables ajustes hasta la invernal madrugada desértica nuevomexicana en semanas de clases-, así como de problemas externos que poco tienen que ver con la manufactura total de una revista integrada por una visión joven acorde con su tiempo.

La poesía y el silencio se conjugan en el desierto para hacernos escuchar nuestros horizontes más profundos. Caminar por sus horas tan cíclicas; dar las mismas vueltas sobre los mismos pasos en un ir y venir interminable; tejer una espiral de la que es difícil y a veces imposible sobreponerse, acaba con la vitalidad si uno no aprende a escuchar entre las piedras y las montañas rojas de Las Cruces el lenguaje del silencio.

En días pasados, platicando con el especialista chicano, el Dr. Axel Ramírez, en la compañía de profesores como el Dr. Adalberto Santana y el Dr. Carlos Bojórquez, y nuestro compañero Cristóbal León, el Dr. Ramírez recordaba su fraterna amistad con el Dr. Ricardo Aguilar Melantzón. Él fue un impulsor y promotor de la literatura fronteriza y chicana quien entre otras cosas escribió de Yucatán. Recordándolo con cariño el Dr. Ramírez apuntó a recordar que Aguilar Melantzón proponía la zona fronteriza de Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso, Texas y Las Cruces, Nuevo México, como una misma región integrada en términos culturales y sociales a pesar de estar divididos por la frontera que separa el primer mundo del tercer mundo, por la frontera que separa a Estados Unidos de América Latina, es decir del resto del mundo. Es por eso de su valor tan importante el poder narrar y recuperar las voces que constantemente se reconfiguran con el paso agitado de miles de emigrantes a uno y otro lado de la frontera demostrando que Ciudad Juárez y El Paso son dos ciudades que conviven como una sola, apenas viviendo “dividida” por esta emblemática frontera. Es por esto que los editores de “Arenas Blancas” no pudimos detenernos en nuestra tarea de recuperar esas voces que reconfiguren y reinterpreten los códigos fronterizos de uno y otro lado tanto en lengua española como inglesa, así como del conocido Spanglish, que es el caló que surge como una tercera lengua, de la mezcla del español con el inglés.

Es por eso que este número lleva por temática “La estética fragmentada”, puesto que nuestras identidades se invierten en un diálogo múltiple cuando al cruzar la frontera caminamos para escuchar muchas lenguas en diferentes pronunciaciones y acentos como si el cruce Santa Fe o el de las Américas fueran una Babel interminable. Así como escuchamos inglés, español o alemán, escuchamos tarahumara al momento de toparnos con nuestros primeros mexicanos del desierto al cruzar a México regresando de los Estados Unidos en carretera. Vivir en Las Cruces, es vivir en una zona fronteriza o lo que Gloria Anzaldúa hubiese llamado un Borderland. Este es un entrecruce donde estamos experimentando los límites del diálogo entre las dos lenguas, dos culturas (la angloamericana y la mexicana), y los límites políticos, que es el límite cultural en resistencia.

En “La estética fragmentada” tenemos una edición cíclica. Iniciamos con el poema de Oscar Hann “Todas las cosas se deslizan”, para cerrar con el ensayo del Dr. Iván A. Schulman sobre “José Martí”. Oscar Hann dice en su poema que el mundo es un “cosario”, es un espacio donde están depositadas todas las cosas juntas, es decir tenemos otro entrecruce. Entre los autores de Yucatán podemos mencionar a Rodrigo Ordóñez Sosa con un artículo sobre el cine y la literatura Gore, tenemos la poesía de Manuel J. Tejada, y un artículo del Mtro. Óscar Ortega Arango sobre Villa y Zapata como sombras de su historia. De esta forma la estética que proponemos está compuesta de muchas voces, de voces cruzándose, partiendo desde lo visual con el diseño de la portada, que renovó el discurso visual de “Arenas Blancas” donde el diseñador Francisco Serratos, junto con las imágenes del artista visual de Ciudad Juárez, Erick Nungaray, pudieron crear un marco (un discurso visual) que se entrelazara dialogando con el contenido de los textos de la revista a nivel de forma, creando un espacio o cuerpo entrecruzado.

Cuando lanzamos la convocatoria para este número recibimos muchos trabajos que no fueron de mala calidad, pero lamentablemente quedaron fuera debido a la visión editorial que manejamos, pues hubieran quedado forzados por el peso de su contenido sociocultural y estético, porque para nosotros armar una revista no es una yuxtaposición de trabajos que no siguen un discurso coherente. En este sentido pudimos concretar un entrecruce donde pudimos contener una multiplicidad de voces fronterizas de uno y otro lado de la frontera de México y los Estados Unidos.

También quiero agradecer a mis profesores tanto de New Mexico State University (NMSU) como de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). El apoyo de todos ellos me ha puesto en el camino para el doctorado en literatura en Arizona State University (ASU) este próximo mes de agosto. Sin el apoyo de todos ellos hubiera sido imposible. En NMSU agradecemos el apoyo del Dr. Richard Rundell director del Departamento de Lenguas y Lingüística, a la Dra. Beth Pollack, directora de la Maestría en Artes en Español y Literatura, al Mtro. Jeff Longwell, coordinador de los profesores asociados de Español por su aliento en los momentos más difíciles. También agradezco a los profesores el Dr. Jesús J. Barquet por sus clases de poesía Modernista, y especialmente a los profesores el Dr. José Manuel García por su aprecio demostrado y sus clases de la literatura de la Revolución Mexicana que tanto me inspiraron, así como al Dr. Spencer Herrera por ser un amigo y guía en la literatura Chicana en mi paso por esta universidad. También le doy mi especial agradecimiento al Dr. Neil Harvey, quien es Director del Centro de Estudios Latinoamericanos y de la Frontera, por su visión indigenista y estar comprometido con la lucha de reivindicación. A todos ellos agradezco su aliento y apoyo para concretar estas “Arenas Blancas” que de nuevo se entrecruzan con las Arenas de Yucatán.

Agradezco desde luego a los miembros de “Arenas Blancas” y a quienes estuvimos juntos durante este proceso. Al co-editor y amigo entrañable Diego Ordaz, a nuestro diseñador Francisco Serratos; a los compañeros de la maestría que ahora se incorporan al proyecto, a Katie Brown, a Jorge Arroyo “El Alkimista”, y a Neva Sanders. También a otros amigos que estuvieron siempre cerca, a Juan Carlos Medina y a Miguel de la Cruz, que fueron unos hermanos increíbles en mis últimos meses en la maestría. También a la poesía de Camilo Roldán y Chris Acosta, como la amistad de Dylan Galos y la de mi peruana María del Carmen López. Las Cruces es un sitio en el desierto pero lleno de personas entrañables.

También no puedo dejar de agradecer a mis profesores de la Universidad Autónoma de Yucatán, especialmente al Dr. Carlos Bojórquez, a los Mtros. Celia Rosado y Óscar Ortega Arango y a la Dra. Margaret Shrimpton, actual coordinadora de la licenciatura en Literatura Latinoamericana, que fueron la piedra angular en mi formación para ponerme en el camino a la maestría y ahora, por fin al sueño tan anhelado del doctorado. También a los miembros de la Red Literaria del Sureste por su compromiso con la literatura de Yucatán. Mi más enorme y sincero agradecimiento a mi familia que siempre me ha apoyado en este trayecto y permitido leer a altas horas de la noche y gastarme el dinero en libros (porque los libros cuestan), y también a ustedes que se encuentran aquí reunidos esta noche pues significan mucho para mi.

Desde luego, agradezco enormemente al Instituto de Cultura de Yucatán del Gobierno del Estado y especialmente a su Subdirección General de Literatura y Promoción Editorial a cargo del Mtro. Jorge Cortés Ancona, por hacer posible que la literatura de los yucatecos que actualmente radican en los Estados Unidos, y está siendo publicada, pueda darse a conocer a los lectores de Yucatán. Podemos notar un enorme cambio de actitud en el actual Instituto de Cultura verdaderamente preocupado por la difusión de la literatura de todos y no solamente de unos cuantos, por esto a ustedes muchas felicidades.

Muchas Gracias.

viernes, julio 31, 2009

Los desprendimientos góticos del alma

Rodrigo Ordóñez Sosa y Tomás Ramos Rodríguez

Escribir desde lejos de la tierra, y no desde el destierro, es lo que hace que la poesía de Álvaro Baltazar Chanona Yza establezca un puente entre dos mares o dos tierras diferentes. Nacido en Mérida, Yucatán, y radicado sucesivamente en Guadalajara, Mexicali y Cancún, donde ha participado en diversos foros nacionales, suplementos y revistas literarias.

En esta ocasión, nos presenta “La alforja de los desprendimientos”, coedición de la editorial Versodestierro en la colección “Las cenizas del quemado” con el Instituto de Cultura de Yucatán y el Conaculta. En este libro plasma sus sentimientos de una manera directa y podríamos decir visceral. La voz de un hablante lírico fluida que no se detiene a mirar la lentitud de las mareas, diferente a concentrarse en el torrente destructor de unas aguas agitadas desde el horizonte de la noche. Como el mismo dice, su alforja es un “cuarto oscuro al que llamamos destino”.

La propuesta de una poesía oscura, desencontrada con la luz del día, nos hace pensar en los poemas que fueron escritos por los poetas decadentistas, los poetas simbolistas y poetas malditos en el siglo XIX. Sin embargo, Chanona Yza promueve estos espacios oscuros dentro de un sitio que es eternamente descrito por la voz poética, donde rara vez aparece un apóstrofe bien definido que nos aclare si nos dirigimos a una mujer, como en el caso del poema “La brillante”, o si es la poesía o el ambiente, o el sitio poético donde el poeta pretende ubicar una voz que va describiendo todo lo que mira desde la pesadumbre de su postura ante la vida, es decir, la luz del mundo es una astilla permanente a los ojos de un poeta cansado, frustrado, sin más ánimos de lo que se encuentra por vivir.

Asimismo, los poemas reflejan un ambiente que recuerda a la literatura gótica, con elementos poéticos que nos arropan en el miedo o el terror, pero más que infundirnos un miedo sobrenatural, nos asfixian con el pesimismo de una sociedad contaminada por la neurosis y los placebos que nos empujan a otros mundos para evitar la realidad. Es por ello que el poeta nos aclara que es “otro hijo necio y bastardo del prozac/ y las anfetaminas”.

De igual forma, los elementos góticos que resaltan en la lectura de los poemas son la referencia a la locura, las características inhumanas que empujan al lector a evitar los espejos, por miedo a encontrar en su cara alguna de las señales de la decadencia moderna que señala el autor. Cada verso refleja una realidad que preferimos evitar, es una invitación para reflexionar sobre el alma en una sociedad basada en la hipocresía y las falsas amistades.

Es un mundo poético que transita en claroscuros intermitentes, con situaciones anímicas que evocan otras realidades. Por ello, tal parece que tenemos a la poesía ubicada en el territorio marino de la noche, y que nunca durante la luz del día, puesto que el único destello claro que podemos mirar en su alforja es cuando se dirige a “La brillante”, así como cuando le habla a la mujer en el poema “Crisálida”. Es un poeta en busca de la esperanza, mas no un poeta desesperanzado, puesto que aún no ha concretado el punto en que se encuentre la revitalización dentro de la figura marina del poeta; es un Simbad que no está varado en la poesía, pero sí en las imágenes que rodean el mundo negro que nos está describiendo en esa mirada que sólo penetra penumbras mas no luz.

La relación que existe entre los mares de Baja California y la nostalgia del Caribe puede ser algo que nos cuestione. Pero en la poesía de Chanona Yza podemos notar que el mar, a pesar de ser un lugar poético mencionado por todos los poetas, es el lugar que no tiene distintivo entre los mares helénicos de la tradición clásica épica, sean el mar de California o el mar Caribe.

En el primer capítulo del libro “Del Caribe esta cosmogonía” los animales del Mayab se mezclan desde la mirada de un poeta en un lugar ubicado en un ideal pasado sobre su imaginación, que nunca busca apegarse a la realidad. Su visión exotista se mezcla con la incursión de vocablos tomados no de la lengua maya contemporánea, pero sí de los lugares y animales que han aparecido dentro de la tradición histórica de la cultura maya, así como sitios de la Riviera de la península yucateca, como Playa del Carmen, desde donde el poeta cierra su primer capítulo luego de meternos a un ambiente desolador, que revalora el pasado por sobre lo nuevo, que le da más validez a la naturaleza por sobre el ambiente urbano y de la ciudad, proponiéndonos la re-creación del mundo por medio del arte.

Vemos al Coatí de Cozumel, un “aristocrático sacbé”, quetzales, al señor de los cielos, a Yal Ku, a Tulum, a los hijos de la X´tabay, donde la naturaleza idílica será la relación de sexualidad-selva, donde lo sexual será una vorágine asentada en la vitalidad del agua (la saliva, el sudor, las rías), donde se abrirán tantas puertas en las que el lector tiene que ubicarse para enterarse de qué es lo que está pasando, y llegamos a un punto del desconcierto dentro de las zonas selváticas de sus estrofas.

El siguiente capítulo le da nombre al libro: “La alforja de los desprendimientos” inicia con un epígrafe de Juan Bañuelos, donde ubica la patria de la palabra para saber dónde estamos. El capítulo avanza en un despliegue de fuerzas malditas que no le dan tregua al lector; el sufrimiento, ante todo, es la única raíz que surge de la garganta del hablante lírico, sufrir, sufrir, sufrimiento extenso en poemas que tienen un tono narrativo. Podemos ver la búsqueda de la angustia como forma de purificación en la estética literaria de Chanona Yza.

El último apartado del libro, titulado “Entre el Erial y el Río”, nos habla del hombre anónimo, aquel que las instituciones y el mundo quieren hundir en la nada, es por ello que empieza la serie de poemas diciendo “Estoy sin ropa y desaseado como una prostituta/ en el cuarto de un hotel de paso”. Nada más anónimo que eso, impersonal y distante. Sin embargo, la voz poética lucha contra la hostilidad del exterior y los gusanos que pululan en los escondrijos del alma. Al final, el poeta decantado expulsa todo hacia el exterior, vacía sus alforjas para decirnos que “mientras más me vacío, más me lleno/ de este apetito insaciable/ de seguir escribiendo”, la única liberación posible es y será siempre a través de la escritura.

Es importante señalar que el lector debe sumergirse en todas las aristas de lo que sucede en el sitio poético del angustiante discurso de Chanona; por ello el autor reserva y modera partes y acciones de su discurso para no soltarnos toda la información posible en este, como si fuera una marea irrefrenable, para que el lector reinvente el mundo que se le presenta por medio de las metáforas, epítetos y demás figuras retóricas, armar con las pistas su interpretación, para apropiarse de la poesía y para volverse uno con la realidad.

Chanona Yza, Alvaro Baltazar: La alforja de los desprendimientos, coedición Instituto de Cultura de Yucatán-Conaculta- Versodestierro, Col. Las cenizas del quemado, México-Mérida, 2009.

Publicado en Por Esto! 29 de Julio de 2009.

viernes, julio 17, 2009

Arenas Blancas y la pluralidad estética


Rosely E. Quijano León

Diferentes voces se entrelazan para conformar el número 10 de la revista Arenas Blancas, de la Universidad Estatal de Nuevo México, que hoy, a través de su editor, Tomás Ramos Rodríguez nos llega a Yucatán.

En este número de la revista —que contiene cuentos, poemas, fragmentos de una novela y teatro, así como ensayos, crónica y reseñas— encontramos que el punto de unión, como se comenta en la página editorial, es una estética fragmentada, donde la intención es dejar atrás la rigurosidad tanto de forma como de contenido que suele caracterizar a las revistas literarias.

Y es que en este número se aprecia un interés por abordar esos temas, que de pronto catalogamos como “escabrosos”, “grotescos”, o que rompen con la idealización y estilización que muchas veces se pretende encontrar en una revista literaria.

Por el contrario, esos temas que pocos abordan y que son parte de nuestro mundo postmoderno se nos presentan desde una visión más actual y renovada. Es así como, por ejemplo, en el ensayo de Rafael Torriz titulado “Entre lo kitsch y lo naco. Aproximaciones a una estética masificada” se nos explica el origen de estos dos términos y cómo se han ido expandiendo hasta ir desplazando los cánones estilísticos.

Torriz en su ensayo se pregunta algo que muchas veces, como mexicanos, nos hemos cuestionado, pues en su ensayo nos dice: “¿De dónde proviene el gusto por lo estrafalario, lo dorado (…) la ropa de marca que suena y tiene tipografías parecidas al original (Mike por Nike) los televisores Rony, los vasos de graduación y quince años (…) las últimas cenas adornadas con escarcha, las figuras de la virgen de Guadalupe con coronas de foquitos navideños”, y situaciones como éstas, de las que alguna vez nos hemos hecho preguntas, ya sea porque algunas de estas cosas han caído en nuestras manos por alguna extraña razón o, si no queremos admitirlo, porque por lo menos tenemos un amigo o conocido que suele adquirirlas.

En fin, no es mi intención resumir el contenido de todos los trabajos que contiene la revista, y si lo hiciera se perdería definitivamente el verdadero sentido de una presentación editorial, que es el de invitarles y contagiarles el interés por leerla. Así que de manera más general quiero comentar que los cuentos son innovadores en cuanto a su temática y nos adentran en la cotidianeidad que cada día nos rodea y nos atrapa.

Los poemas incluidos en la revista tienen como característica su deseo de sublimar el transcurrir de la vida cotidiana, y destacan los pequeños indicadores que nos transportan a una concepción profunda del alma. Así, Oscar Hahn nos transporta a la materialización de los recuerdos, de los sentidos y a las cosas que guardamos a lo largo de nuestra existencia, que no aparecen de golpe, sino al contrario: se deslizan hasta concretarse en nuestro presente. Son las sensaciones que permanecen dormidas, ocultas, esperando para activarse, porque el pasado no desaparece, sino que duerme: “en el cosario yacen las cosas/ están inmóviles a la espera/ de que empiece el deslizamiento/ y cuando empiezan a deslizarse/ y se van cuesta abajo/ entreabren los párpados…”.

Manuel Tejada, en su Litografía del Aprendiz, nos lleva al mundo familiar, versos encadenados con lo impreciso del futuro, con la orfandad heredada, una vida que fluye nada más, que encuentra incentivos para agitarse, para sentir de nuevo el mundo con todas sus pasiones, donde “no habrá prudencia entre estas manos/ si sólo se trata de vivir”. Ambos poemas tienen estéticas diferentes, que fragmentan nuestra concepción del mundo y nos obligan a replantearnos y meditar sobre lo cotidiano y sus posibilidades para entender nuestro espíritu.

Los ensayos muestran diferentes enfoques de temas literarios tanto actuales como clásicos, es el caso del trabajo de Rodrigo Ordóñez titulado “La fragilidad como estética en la literatura y el cine gore”, donde nos adentra en este tipo de literatura y cine que muy pocos estamos acostumbrados a ver y leer y que refleja al fin y al cabo, pese a todas las escenas y descripciones grotescas y sangrientas que contiene, que su única intención es, como menciona Rodrigo, “crear una atmósfera que sofoca al lector con narraciones detalladas e imágenes violentas, para recordarnos que la inmortalidad está basada en el deseo de olvidar que la muerte acecha detrás de cada segundo”.

Por otro lado, nos encontramos ante la desmitificación en la llamada “Novela de la Revolución” de dos héroes históricos de nuestro país: Zapata y Villa en el ensayo de Oscar Ortega Arango titulado “Villa y Zapata: Sombras de su historia” en donde contextualiza a estos dos personajes para comprenderlos mejor. De igual forma, Iván Schulman logra con su ensayo titulado “La mirada martiana del Oriente frente a la globalización modernista” explicar que el término globalización no es algo nuevo y como el autor menciona “Martí lo percibió con clarividencia ejemplar”.

Es importante también mencionar el fragmento de la novela “Diario de las especies” de la escritora Claudia Apablaza, que nos muestra una propuesta muy original en su narración al presentarla en un formato muy innovador y ad hoc con la época, pues la historia la construye a través de un blog y los comentarios que sus visitantes le dejan.

Hay muchas otras cosas interesantes en la revista que como lectores irán descubriendo cuando realicen cada uno de ustedes la lectura de este número, pues el hecho de venir a la presentación de una revista es por el interés que se tiene hacia el contenido de la misma, y para poder cerrar el círculo que inicia con la intencionalidad de los escritores, editores, y demás gente que se involucra con la creación de una revista, definitivamente tiene que ejercerse la lectura de la misma.

Este número en particular engloba una especie de los dos espacios que conforman a su editor y que han sido su ir y venir en los últimos años: Nuevo México y Yucatán. El hecho de incluir diferentes voces de distintas partes del país y del extranjero hace que se refleje la pluralidad de visiones y percepciones, pero que a la vez, pese a la distancia, converjan en un punto y se enriquezcan.

Por lo general, las revistas literarias que surgen de una institución educativa suelen únicamente incluir a los miembros de la misma para difundir sus trabajos, pero este no es el caso de Arenas Blancas, que demuestra apertura para incluir trabajos de diferentes personas de diferentes lugares y formación académica y creo que ello le da el carácter de plural, porque el ser excluyentes nunca ha sido y nunca será el verdadero sentido de la literatura, y hoy en día menos que nunca, en que la literatura traspasa fronteras, idiomas, ideologías, culturas, políticas y muchas cosas más.

Y es significativo que una revista sea tan congruente con su título, su ideología, su idioma y su contenido y, en este caso, su lugar de origen, pues su intención es clara: no existen fronteras para la literatura ni para la difusión de la misma.

Para finalizar, quiero agradecerle a Tomás su invitación y mencionar que para los que tenemos la oportunidad de conocerlo desde hace algunos años nos es casi imposible no ver este trabajo en retrospectiva, desde que inició la revista “Andanzas y Tripulaciones”, ya que hoy observamos su evolución en esta difícil tarea de ser editor. Se le agradece el hecho de incluir trabajos de yucatecos en su revista, de no perder esa nostalgia por los recuerdos y los no tan viejos tiempos de universitario y por tener siempre presente que la literatura no debe ser un pretexto para pleitos, desacuerdos ni distanciamientos, sino todo lo contrario: un medio y un fin para crear y unificar.

(Texto leído para la presentación de la revista Arenas Blancas, en la Biblioteca Central Estatal “Manuel Cepeda Peraza” del ICY, el pasado martes 14 de julio).

sábado, mayo 09, 2009

La despedida

Cuando las montañas Organ quedan rojas por el sol de la tarde salgo de Breland Hall y camino hacia Corbett, sigo hacia Monague Hall, Garret, llegando al semáforo para esperar y cruzar la calle y doblar a la derecha hacia la gasolinera. Veo atrás la calle Locust, a la gente saliendo del trabajo, o los hindús caminando hacia Campus Suites, mientras calles como Jordan, Solano, Hagerty o El Paseo alargan tanto mi mirada hasta Knox Hall, desapareciendo mi pensamiento en el cansancio del día, en el ocaso de tantas prisas. Las montañas en el fondo traen un frío agradable que entume la cara haciéndome disfrutar del camino mirando a quienes se me adelantan en sus bicicletas: cambia el semáforo y cruzo la calle. Pasan los ciclistas, los skates, los peatones, la gente hundida dentro de sus abrigos negros, y el Campus empieza a descansar cuando las luces amarillas se asientan en el asfalto del estacionamiento. En University Avenue miro a lo lejos Milton Hall y Speech Building, detrás Health and Sciences y la Memorial Tower. Desaparece el sol en el horizonte del valle de la Mesilla a un costado de las otras montañas. Camino a casa después de un largo día y con hambre, esperando saber que cocinaré para la cena. 

sábado, marzo 07, 2009

La lluvia

"En la calle, la lluvia cae conforme a las eternas reglas del sistema antiguo: de arriba para abajo.”

Manuel Gutiérrez Nájera. 

martes, febrero 17, 2009

La muerte del artista como acto poético

Tomás Ramos

El escritor envía al fuego sus apegos puesto que sabe que crear verdaderamente también significa una comunión anticipada con sus propios límites, es decir, con la muerte. Esta no debe asumirse como un proceso suicida o de autodestrucción, sino como un proceso reintegrador que inicia con la destrucción del Ego. La obra literaria se transforma en un organismo autónomo que no tiene que soportar el peso biografista del autor para hacerse válida.

Sumar el protagonismo de la vida del escritor a la obra es reducirla, es limitar la realización estética que consuma la integración definitiva entre el lector y la obra literaria. Los juicios biografistas, cuando el escritor tiene un currículum intergaláctico, no significan nada mientras su obra literaria no contenga los elementos comunicantes que transmitan un mensaje estético entendible para todo público; o en dado caso, para un público académico.

Lo que un presumido escritor pueda decir, cuando posa en fotografías con sendos diplomas abultando el pecho doblemente inflado (tanto que no cabe en el tórax), cuando es premiado por excelsas figuras de la aristocracia, significa poco. El juicio se hará con el paso del tiempo y las generaciones por venir, sobre la calidad de un trabajo que pueda sostenerse gozando de la consonancia de las relaciones estéticas entre las redes tejidas para conformar la arquitectura del texto.

Lo que un escritor quiera decir sobre su obra será para vanagloriarse en vida, muchas veces con la intención de obtener prebendas de la clase gobernante con lisonjas, cubiertas en chapa de oro sin otro fin más que el ascenso burgués.

Las personas que venden su padecimiento literario, y quieren hacer de la literatura un modo rentable para una vida “acomodada”, lo hacen prestando sus servicios como esbirros pluripartidistas en las diferentes puertas políticas, una da igual que otra. A la hora de ponerse a prueba, a la hora de la lealtad, terminan poniéndose al servicio de la “corona de sangre azul”. Así “sacian” su “angustia” mientras viven en la tierra.

Quien realmente está comprometido con su obra no la utiliza para ponerse en la  sobremesa de los burgueses. Quien realmente tiene un compromiso con su obra también lo tiene con su sociedad. Un escritor sin una conciencia social es un poeta que no trasciende.

La poesía modernista es el mejor ejemplo de toda una generación de poetas latinoamericanos, como Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío entre otros, que respondieron contra el materialismo propuesto por el positivismo y la industrialización. Ellos sintieron la necesidad de anteponer el espíritu a la admiración de los valores mercantiles, el consumismo y la imitación de lo extranjero, que eran valores ajenos a la América Latina integradora, como lo hicieron los falsos eruditos acusados oportunamente por José Martí.

El poeta debe ser como Prometeo, tomando el fuego celeste para ponerlo en manos de todos los hombres, no al servicio de unos cuantos. Y con estoicismo, proseguir en la tarea creativa que nos identifique. Hay que poner todas nuestras armas en defensa y en servicio de la belleza, de la transformación social de los diálogos entre individuo y sociedad.

La belleza debe usarse para transgredir estas formas de individuos déspotas, privados del fuego prometeico por haberse puesto al servicio de los viles, prostituyendo el oficio de escribir y quedando al servicio de las ultraderechas carentes de sentido social y consciencia política. La belleza debe estar al servicio de la sensibilización de la sociedad. La aniquilación del Ego es la trascendencia de una obra de arte puesta al servicio de su tiempo histórico, económico y espiritual.

Esta muerte en sí es el verdadero acto poético. Cuando hacemos literatura escribimos nuestra biografía, hacemos la historia colectiva de un pueblo. Desde esa visión hacemos participar a los demás. Nuestra individualidad se traduce a una colectividad. Esto requiere de una responsabilidad y ética más allá de nuestro tiempo. Han existido héroes que han narrado la decadencia de la humanidad, pero siempre desde un ánimo revitalizador como lo hicieron los poetas malditos en Francia.

Un discurso literario hecho sin la sensibilidad de su momento social está destinado a la desaparición, pues el falso erudito no entiende que de nada vale hablar de sí. El “yo he hecho esto”, el “yo hice lo otro”, quedan para el Partenón romántico de poetas insufribles, cursis y ridículos en su afán de protagonismo en eventos públicos. El poeta verdadero sabe hablar callando en el anonimato de su poesía.

16 de Febrero de 2009. Diario Por Esto!

domingo, febrero 08, 2009

Rubén Bonifaz Nuño

15

No me ilusiono, admito, es de mi gusto,

que soy un hombre igual a todos.

Trabajo en algo, cobro

mi sueldo insuficiente; me divierto

cuando puedo, o me aburro hasta morirme;

hablo, me callo a veces, pido

mi comida, y a ratos

quisiera ser feliz gloriosamente,

y hago el amor, o voy y vengo

sin nadie que me siga. Tengo un perro

y algunas cosas mías.

 

En general, no estoy conforme

ni me resigno. Quiero mi derecho,

de hombre común, a deshacerme

la frente contra el muro, a golpearme,

en plena lucidez, contra los ojos

cerrados de las puertas; o de plano

y porque sí, a treparme en una silla,

en cualquier calle, a lo mariachi,

y cantar las cosas que me placen.


También, monumental, hago mi juego

en serio con las gentes,

según las reglas, y reclamo

mis ganancias y pérdidas, y busco

la revancha, o perdono

por generoso o por flojera.

 

Manos de hombre tengo; manos

para tomar, de las cosas que existen,

lo que por hombre se me debe,

y, por lo que yo debo, hacer algunas

de las cosas que faltan.

 

Y reconozco que me importa

ser pobre, y que me humilla,

y que lo disimulo por orgullo.

 

Tú, compañero, cómplice que llevo

dentro de todos, junto a mí, lo sabes.

Hermano de trabajos que caminas

en hombres y mujeres, apretado

como la carne contra el hueso,

y vives, sudas y alborotas

en mí y conmigo y para mí y contigo.


De Fuego de pobres, 1961

sábado, enero 31, 2009

Anapra












Mientras llegamos a El Paso Texas por la ruta Paisano, en la línea de autobuses Limousine por el Puente Negro, pasamos debajo de los puentes con rieles que siguen cargando muchos vagones de trenes aun con piedra por terminar de trabajar; el autobús entra velozmente por la carretera donde por un lado veo casas consumidas en la más completa miseria. Por la otra ventana, veo el andamiaje de enormes y extensas fábricas con diversos niveles de excavación de minas, más arriba emerge una señal con el nombre de UTEP en la parte más alta. El autobús avanza con prisa de perseguido. Las casas en la miseria revelan familias tranquilas en la cotidianeidad del día detrás del alambre de púas, las casas emergen de los cerros, de las calles llenas de pintas de colores, de negocios cerrados, de gente caminando en calles de terrecería, sin asfalto, donde la figura de un hombre viejo con sombrero camina hacia tomar un camión en la más perfecta imagen costumbrista de una zona rural mexicana. De este lado de la carretera el ritmo es veloz y los comercios dicen “SE RENTA BODEGA, CALL THIS NUMBER 910-…”. Sigue mi autobús como huyendo de él mismo, como huyendo de la velocidad. Transitamos a lo largo del muro.

 


Nadie comenta lo que está afuera, todos siguen su plática normal. Seguimos y detrás de mi ventana ahora es México, veo una de las arterias pobres de Ciudad Juárez. La miseria inunda mi vista como si el cielo no mostrara otra faceta. La montaña se hace evidente, la montaña dice: “La Biblia es la verdad. Léela”. En tan sólo unos segundos he llegado a otro mundo, que sigue siendo Estados Unidos. De un lado de mi ventana es México. Se me estrella en la cara lo que con los días olvido. Del otro lado es Estados Unidos, el freeway se extiende



¿Qué lado mira mi rostro? ¿Qué lado está mirando mi rostro?

 


Por la ventana veo una mujer hablando por celular en automóvil, más allá hay una especie de camino de grava levantándose junto al río. Veo tres camionetas de Border Patrol precipitarse a toda velocidad sobre una familia que apenas cruza la calle para tomar el autobús donde segundos antes el hombre caminaba. 

Siento miedo, no pertenezco a este medio. La situación de estas familias es tal que parecen culpables de invadir esta realidad a la que no quieren pertenecer. Les ha tocado que la frontera México-Estados Unidos sea su patio trasero. Les ha tocado vivir junto con esa vida que sólo pasa en la carretera. La necesidad de tener un lugar para vivir o una mejor forma de vida los trajo en algún momento, aunque muchas familias ya estaban. Las camionetas de Border Patrol son camionetas inconfundibles pues las cabinas traseras hacen que parezcan patrullas militares, de color blanco con franjas verdes que son inconfundibles. Es una combinación de colores que no pasa desapercibida para la gente que camina por estos circuitos.

Horas después. Mi regreso a Nuevo México vuelve a sumergirme en la tranquilidad de una villa lejana a la urbe, a la gran masa de asfalto. Arena y polvo se integran a la civilización de Ciudad Juárez y El Paso, son dos civilizaciones y son una. Son dos ciudades en una sola convivencia, apenas dividida por aquellos violentos frentes que llamamos frontera. 


lunes, enero 26, 2009

Suicidio y literatura

Tomás Ramos

El suicidio cobra una gran cantidad de vidas todos los días. Las pérdidas humanas registradas en suicidios en Yucatán son equivalentes a las registradas en una guerra sucia; pero ahora el modelo socioeconómico es quien se encarga de desaparecer familiares y amigos. La gente de Yucatán necesita ser concientizada de este problema. El suicidio no es un caso de locura, sino que es producto de la marginación y la moral social.

La literatura podría ser considerada una de las formas en que puedan canalizarse aspectos emocionales. Se tendrían que desarrollar estrategias de la mano de especialistas en el tema del suicidio para poder tratar de manera objetiva el problema, desarrollando talleres dentro de los cuales puedan establecerse temas convenientes a personas que sufran de depresión. Leer una obra literaria es también hacer un diagnóstico de sí mismo ya que el análisis de nuestro entorno deviene de la reflexión surgida del acto de leer.

La depresión y sus embates son síntomas previos a cuadros suicidas. Al detectar la depresión se debe acudir a un especialista a quien podamos explicarle lo que sentimos inmediatamente. El Gobierno del Estado debería invertir más en el desarrollo de estas estrategias de salud mental, acercándose a la comunidad llegando hasta las zonas más apartadas. 

Teniendo en cuenta la represión emocional que se vive en nuestra sociedad, es muy difícil abrirse con los demás hablando de uno mismo, pues el mostrar nuestras emociones es tomado como símbolo de debilidad. Establecer un diálogo con nuestros amigos y familia es difícil, por eso son necesarias actividades como la lectura que es una importante herramienta de reflexión. 

¿Qué nos cuesta promover salas de lectura donde se procure reflexionar sobre obras literarias acerca de situaciones sociales que se identifiquen con las problemáticas de nuestro estado? La desintegración familiar, el alcoholismo, la drogadicción, las enfermedades terminales como el cáncer o SIDA, son situaciones comunes entre la población de Yucatán.

Entre las obras literarias que han reflexionado sobre enfermedades y padecimientos sociales en nuestra península, se encuentra la novela Un año en el hospital de San Lázaro del yucateco Justo Sierra O’Reilly, que nos habla de los enfermos de lepra en el siglo XIX y el hospital donde eran recluidos en Campeche. Es importante resaltar desde la sociología literaria estos señalamientos hechos por los autores. Me pregunto: ¿qué literatura estamos escribiendo en Yucatán que se detenga en el suicidio como padecimiento en nuestro estado en la actualidad? ¿Hemos reflexionado sobre lo que significa rescatar el testimonio de un enfermo terminal de SIDA?

La literatura quizás sea una forma de evadir las distancias personales. El suicidio, como proceso multifactorial, es un sendero complicado. Tener nuestras relaciones rotas con nuestro entorno afecta gravemente el estado de ánimo, hasta ponernos en la antesala de la muerte con la aparición de las fantasías suicidas. Esto es apresurar la autodestrucción a diferencia de quien no es excluido por el modelo socioeconómico injusto en que vivimos. ¿Cómo podemos incluir a esos sectores de la población yucateca para la reflexión que han sido marginados por culpa de la doble moral, la hipocresía y la deshonestidad?

Cuando uno no es partícipe del paraíso de las buenas costumbres, volcarse dentro de sí por medio de la escritura es también una profunda forma de amarse. La falta de amor que padecemos por nacer con la “culpa” del pecado tiene que restaurarse frente a esta afrenta religiosa; nacemos incompletos y merecemos ser castigados por no ser “puros” en el origen. El estar marginados de las extensas páginas de eventos sociales puede transformarse en la posibilidad de vivir creativamente rebelándonos de estas imposiciones hipócritas.

Cuando esta capacidad de crear se ha desarrollado nadie es capaz de destruirnos y hacernos desaparecer. Los más altos valores han sido tratados por los poetas desde sus más oscuros terrores. Las vivencias pésimas son las que nos restituyen y nos dan la lucidez para crear discursos dotados de inteligencia estética. Puesto que ninguna amenaza es capaz de imponerse y aniquilarnos, debemos lacerar ese orden impuesto por las presencias divinas en la tierra.

Sábado 24 de enero, 2009. Diario Por Esto!