miércoles, julio 30, 2008

De Vicente Quirarte


TRES RETRATOS DE LA LLUVIA



Primero


Para Adriana y Jorge


EN la zona más dura de la noche, cuando el insomnio o el suicida sueñan, la lluvia. Desde sus primeros pasos anuncia la inminencia del diluvio. Sus primeras caricias, labios que en otra boca inician ese lento combate que habrá de concluir en el naufragio, dicen que su canción será larga como esa vía o aquel muro de piedra cuyo final no vemos al fondo de la calle. Súbitamente se cierra, ocupa el último espacio virgen de la atmósfera y se deja caer sobre árboles, plazas, azoteas, con una furia tal que pareciera combatir a todos los veranos, o fuéramos a mirar su rostro por última vez. Y cuando la mano toca el cuerpo elegido para que el amor tome forma en otra carne que es también la nuestra, sentimos, como la ciudad, lavarnos interminablemente, seguros de amanecer con rostro nuevo, dispuestos a combatir aunque sepamos que la derrota es el único premio de los héroes.


segundo


Para Anabel Quitarte


LA lluvia es una niña que anda con pies desnudos por la calle. Puede ser lenta, terrón de azúcar disuelto en la saliva, y entonces es amiga de la ventana abierta. Suele enfurecerse, desafiar al verano y hacer de la ciudad un reino de paraguas. Pero la lluvia siempre es una niña que se retira, cansada, hasta su reino, mientras el sol despliega su abanico y orla de luz las nubes altas, tímida y lenta, por velar su sueño.



tercero


SENTIR la lluvia en la mitad del pecho y luego sentirla filtrarse hasta los huesos. Por la ventana miro una pareja correr por la explanada hasta refugiarse bajo el árbol más enorme. ¿Por qué la vida no tiene siempre tensión de cuerda lista para emitir el sonido más puro, más vital, más propio? Ayer también llovía y sin embargo no abandoné el escritorio –porque esto es una oficina donde una silla, papeles, tu retrato, la taza con residuos de café lleva mi nombre – para mirar al través de la ventana, como el marinero que interrumpe la limpieza de cubierta y asiste una vez más al milagro del solo sobre el océano. Si todos los días la fuerza estuviera con nosotros, ¿valdría la pena escribir una línea más? Que la lluvia continúe la tarde entera. Que la muchacha bajo el árbol olvide sus “no” y de sus labios sólo salgan los “así”, y que cada pecho, cuando la lluvia lave todas las mentiras, sea aquel laúd suspenso que resuene con una sola nota al ser tocado.

martes, julio 22, 2008

Contrapuntos en una sola voz


Martes 15 de Julio de 2008


Para Tomás
,
por las victorias que aún no hemos logrado.



Te espero como se cuentan los días donde la lluvia no llega,

donde las playas se llenan de cordeles,

y prisas reincidentes

sin metas fijas.


Aguardo tu pisada constante

sobre el lado de mi calle que nadie transita,

que solamente atraviesa ahora el sol,

la luna, la tarde desidiosa.


Tus ojos congelan la humedad de mis legañas,

y arrancan cada frunción

de mi semblante que simula.


Apenas escucho tu presencia,

cuando la cama está deshecha

y es momento de dormir.


Entonces me abro a ti,

abrazando con intención,

los morfeicos pedazos

donde me habitas.


Te desnudo hasta el hartazgo

para entender tu entrega retrasada,

pero es hora en que de nuevo

te afecta mi insistencia,

y me rechazas con la luz.


Huyes de Dios;

de las estrellas.


Igual que el tiempo de las horas.


Yo te espero,

sin embargo,

porque no tengo más opción.


Y me quedo así, ansiosa y necia,

aunque esta noche sin horario,

ya no vuelvas.



Tomando del blog de Lulú.

viernes, julio 11, 2008

Por José Carlos Becerra


Para Lulú,

por aquellas derrotas que nos acontecen.



BLUES


No era necesaria una nueva acometida de la soledad

para que lo supiera.

Navegaba la mar por un rumbo desconocido para mis manos.

Donde el amor moró y tuvo reino

queda ya sólo un muro que avasalla la hierba.

Queda una hoja de papel no en blanco

donde está anocheciendo.

Donde goteaba luceros una noche

sobre unos hombros limpios como verdad mostrada,

sólo queda una brisa sin destino.

Donde una mujer fundara un beso,

sólo árboles postrados al invierno.


Y no era necesario decirlo.

El corazón sin que sea una lágrima

puede sombrear las mejillas.


La ventana da a la tristeza.

Apoyo los codos en el pasado y, sin mirar, tu ausencia

me penetra en el pecho para lamer mi corazón.


El aire es una mano que está hojeando mi frente.

Mi frente donde la luna es una inscripción,

una voz esculpiendo su olvido.


Como humo la luna se levanta

de entre las ruinas del atardecer.

Es muy temprano en ese azul sin rostro.

No era necesario enturbiar la soledad

con el polvo de un beso disuelto.

No era necesario

memorizar la noche en una lágrima.


Labios sobrecogidos de olvido,

pulsaciones de un oleaje de mar ya retirándose,

ruido de nubes que el otoño piensa.


Hay lápices en forma de tiempo, vasos de agua

donde el anochecer flota en silencio.

Hay la rama de un árbol como un brazo esculpido

por algún abandono.


Hay miradas y cartas donde la noche

puso en marcha al vacío,

a las frentes que extinguen su remoto color

sobre letras que enlazan señales de viaje.


Aquí está la tarde.

Puede enrolarse en ella quien esté enamorado.

Aquí está la tarde para designar una ausencia.


Suena en mi pecho el mundo

como un árbol ganado por el viento.


No era necesaria la tarde, tampoco este cigarro cuyo humo

puede ser otra mano evaporándose.


Invernará la noche en mi pecho.

No era necesario saberlo.

No tiene importancia.

Espero una carta todavía no escrita

donde el olvido me nombre su heredero.

lunes, julio 07, 2008

“La condición de la esperanza” - Editorial de "Arenas Blancas" No. 9


“La condición de la esperanza”


Presentación de la revista literaria “Arenas Blancas”


Tomás Ramos Rodríguez


Mérida, Yucatán, 1 de julio de 2008.


La condición de la arena, al igual que la del mar, es que por influjo del viento al igual que las olas, regresan con una geografía siempre nueva, en una forma transformada y que se reconfigura a cada instante. Y pensamos que quizá la condición del desierto sea la nostalgia de la arena, el haber sido alguna vez las furiosas entrañas de un mar agitándose en clara contraposición al silencio que las dunas desérticas otorgan a quien vive cobijado en su soledad. Oficio terrible ser arenas del desierto. Donde quizá nuestro destino sea ser una figura permanente sobre la arena.


Es por esto que en Arenas Blancas iniciamos en este número el rescate de algo que consideramos sumamente valioso para nuestro grupo editorial: la presencia indiscutible en nuestras páginas de la vitalidad y figura del Dr. Ricardo Aguilar Melantzón. Siempre acompañándonos, lleno de universo, siempre inundó nuestra inspiración con ese mar de mundo que siempre lo caracterizó y repartía ávidamente en consejos, amistad y palabras, a todos sus alumnos y demás personalidades de las que se rodeaba. La condición de la espuma en la contemplación del mar es la culminación de su fuerza titánica, la transformación de una fuerza descomunal que recorre distancias impensables, a veces imposibles en nuestras imaginaciones y que culmina en una cresta rebosante de vida e infinita hermosura; tal como las enseñanzas nacidas de la inquebrantable voluntad de nuestro querido y hoy ausente profesor Aguilar. El nos dejó con su lucha la exégesis para las generaciones de amigos que transitan por Arenas Blancas: una búsqueda plagada de sal, poblada de forma, llena de lenguaje.


También en este número contamos con la presencia de destacadas personalidades en el ámbito de las letras hispanas en los Estados Unidos. Gracias al apoyo constante del profesor Jesús J. Barquet, contamos con la invaluable presencia de la poetisa Carlota Caulfield, quien nos deja transcurrir en sus poemas por las corrientes iluminadas que desfilan ante sus ojos mientras percibe el sonido de la vida. También, contamos con la presencia poética de Gustavo Pérez-Firmat, espacio de negación, de afirmación en sus versos, la extensión del caimán es la búsqueda y cuestionamiento de algo que afirmamos ligeramente como identidad, cuando en el entremedio, somos y no somos al mismo instante de pensarlo: su poesía el perfecto ejemplo de vivir en las entrañas de algo que apenas alcanzamos a responder, y desconocemos. La prosa ensayística del Dr. Manuel Murrieta, crucial difusor de las letras Chicanas y Mexicanas, en esta ocasión nos entrega un análisis de la novela mexicana del siglo XIX y nos hace un importante señalamiento social desde la literatura. Además de la presencia del especialista en Modernismo, el célebre crítico cubano Ivan Schulman.


Figuras como el destacado profesor Dr. Carlos Bojórquez Urzáiz, co-fundador de la Cátedra Extraordinaria Nuestra América en Yucatán, nos nutre con su visión y apuntes para el debate integracionista e intercultural de José Martí y la comunidad hispana en los Estados Unidos. Otras presencias medulares nos acompañan, como el poeta José Díaz Cervera, quién nos da una muestra de su retórica saludable y vital, con una visión de mundo en plena ebullición, efervescencia, centelleo; por sus palabras recorren las imágenes de la destrucción, del caos, de la luz como tinieblas. Revisitando la poesía de Ramón López Velarde a cargo de la pluma de Daniel Orizaba Doguím de la Universidad de Texas en El Paso; viajando al Buenos Aires fundacional del Jorge Luis Borges ultraísta con Denis Pech Dzib de la Universidad de Montreal; disgregando el tiempo y la tradición en la poesía de Octavio Paz con Roberto Sánchez Benítez; fusionando fronteras con los Árboles o apuntes de viaje de Rosario Sanmiguel como referente a lo más reciente de la literatura del Norte de México; amarizamos en pleno desierto.


Arenas Blancas es pues, un puñado del esfuerzo de los estudiantes de la maestría en español de la Universidad Estatal de Nuevo México, quienes entre el intenso ritmo de trabajo de las clases que imparten como profesores asistentes, y las clases de literatura de la maestría, realizan la manufactura total de las páginas de Arenas Blancas, y es a ellos a quienes quiero hacerles una mención especial y reconocimiento en la intensa tarea de difundir las letras hispanoamericanas en Nuevo México, que es un puente multicultural entre las culturas de los Estados Unidos y América Latina.


Esta noche con ustedes, con su distinguida presencia, la condición de la esperanza quizá sea perdurar, seguir, sobrevivir el paso de tormentas y desventuras en la arenosa planicie de nuestros desiertos. Quizá nuestra condición y destino sea continuar como la permanencia del mar en las arenas; ser la espuma infinita en el esfuerzo perenne de alcanzar siempre nuevas orillas tocando riberas y expectantes horizontes.


Muchas Gracias.



viernes, julio 04, 2008

Boletín de Prensa, presentación de “Arenas Blancas”

SE PRESENTÓ LA REVISTA LITERARIA

“ARENAS BLANCAS ” No 9/Primavera

Publicación de la Universidad Estatal de Nuevo México

MARTES 1 DE JULIO A LAS 20:00 HORAS

BIBLIOTECA PÚBLICA CENTRAL ESTATAL

“MANUEL CEPEDA PERAZA”

(55 X 60 Y 62 CENTRO HISTÓRICO)


2 de julio de 2008

BOLETIN DE PRENSA No. 7

El Instituto de Cultura de Yucatán a través de la Subdirección General de Literatura y Promoción Editorial, en coordinación con la Red Literaria del Sureste, presentaron la revista ARENAS BLANCAS No 9, publicación de la Universidad Estatal de Nuevo México, EE.UU, y cuya edición está a cargo del Lic. Tomás Ramos Rodríguez, poeta e investigador yucateco.

El evento, realizado en la Biblioteca Pública Central Estatal “Manuel Cepeda Peraza”, contó con la participación del Dr. Carlos Bojórquez, del poeta Manuel Iris Herrera, del escritor Manuel J. Tejada Loría y del propio editor, Tomás Ramos, quienes presentaron ante concurrida asistencia la revista Arenas Blancas editada por los estudiantes graduados de maestría en la Universidad Estatal de Nuevo México.

En esta ocasión la revista presenta una muestra de la producción literaria y crítica hecha por yucatecos. El poeta José Díaz Cervera, el dramaturgo Ivy May, y los investigadores Dr. Carlos Bojórquez Urzaiz y Denis Pech Dzib son algunos de los autores yucatecos incluidos.

En su intervención, Manuel J. Tejada Loría abordó la importancia de la labor editorial señalando que ésta debe estar caracterizada por la crítica: “Es por eso que apostar a un trabajo que mira a la pluralidad y a la convergencia de ideas y de visiones de mundo siempre será bien recibido con los brazos abiertos de la crítica. La crítica que tanto insiste Paz se traduce en la capacidad de no aceptar cualquier imposición que contravenga el desarrollo de la humanidad”.

El poeta Manuel Iris Herrera habló sobre su experiencia editorial en la revista, pues como ex alumno de la Universidad Estatal de Nuevo México, participó en el consejo editorial por algún tiempo.

Por su parte el Dr. Carlos Bojórquez Urzaiz alabó la publicación de autores yucatecos fuera de las fronteras del Estado y advirtió que este tipo de trabajo editorial debe tomarse como referente para las revistas regionales. Asimismo se mostró agradecido por la invitación a presentar la revista haciendo notar que por muchos años no fue tomado en cuenta para este tipo de eventos de difusión cultural.

Tomás Ramos, mientras tanto, habló del esfuerzo que junto con el consejo editorial realiza para sacar adelante la revista. Agradeció a los colaboradores y refrendó su compromiso con la difusión literaria.

Después de las intervenciones, se hizo la entrega de dos ejemplares al director de la Biblioteca Pública Central Estatal “Manuel Cepeda Peraza”, Lic. Luis Solís, además de repartir otros quince entre los asistentes.

Al finalizar Tomás Ramos invitó al poeta José Díaz Cervera para la lectura de tres poemas.

La revista Arenas Blancas es una publicación de los estudiantes graduados de la maestría de artes en español con especialidad en Literatura Hispanoamericana del departamento de Lenguas y Lingüística de New Mexico State University (Universidad Estatal de Nuevo México). Su publicación es semestral y ha tenido en sus páginas a diversos especialistas de la literatura de México, Cuba y los Estados Unidos, en conjunto con los estudiantes de la maestría.

Arenas Blancas, puente cultural


miércoles, 02 de julio de 2008


Manuel J. Tejada Loría


La primera editorial de Vuelta escrita por Octavio Paz en 1976 advertía de la necesidad de la crítica ante una realidad que más que representada era presentada a través de la literatura; mostrar las aristas no era el objetivo, sino mas bien, se trataba de dar una visión panorámica sobre cómo la realidad se encuentra articulada y cómo cada una de sus partes constituyen un todo en constante ebullición. Y aunque a las generaciones que prosiguieron nos tocó ver cómo el editor Paz coqueteó sin pudor alguno con El Poder, es de reconocerse que su labor editorial estuvo fincada en la experiencia que le dejó dirigir varias revistas de corte literario, labor que incluso puede compararse, según Roberto Calasso, con la labor literaria que lo llevó a obtener el Nobel de literatura.


Nuestro asunto, sin embargo, no es con Paz sino con esta revista que trae trasfondos y entretelones que sólo son posibles por el vínculo que Tomás Ramos representa como editor y que de no ser así, hoy no hablaríamos de esta revista Arenas Blancas, porque entre Nuevo México y Yucatán existe la misma relación que hay entre un topo y una oruga, aunque no faltará quien diga que todo depende de la interpretación.


En este sentido, lo que une a Yucatán con Las Cruces, ahí en Nuevo México, sólo podría ser nuestra entrecomillada condición de “Periferia”; porque aquí desde estas lajas yucatecas y allá desde las arenas blancas del desierto, la actividad cultural y crítica se sigue ejerciendo, se sigue generando sin importar “El Centro”, así como en su momento García Márquez marcó la pauta y desde Aracataca, lejos de Bogotá en Colombia, nos mostró la soledad más desoladora que Latinoamérica no podía vivir jamás: la de su dispersión, la de su quebranto y fractura, la de su consecuente ensimismamiento.


Es por eso que un proyecto editorial, a estas alturas del partido, no puede ser una suerte de ningún tipo, ni siquiera una escaramuza literaria que publique textos solitarios o que no lleven entre líneas la crítica pertinente. De esta manera la función del editor retoma su dimensión original de concebir una unidad a partir de textos disímiles en género o incluso en temática, un trabajo de parto tan sufrido la mayoría de las veces que el oficio de editor bien podría compararse con el que realiza una comadrona.


Tomás ha fungido como tal para intentar la luz del diálogo y de la reflexión, labor que hemos seguido de cerca desde su inicio como editor en la revista Andanzas y Tripulaciones de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la UADY que no sólo conjugó crítica y creación literaria sino que también dio cabida a trabajos de investigación sobre temas antropológicos, hecho que abrió un espacio fuera del salón de clases para la formación de los estudiantes.


Pero además, la dinámica de la revista ofreció un punto de aproximación entre todas las carreras de la facultad, de tal manera que la publicación sirvió como puente entre las licenciaturas de Historia, Literatura Latinoamericana, Comunicación Social y Antropología, cualidad que no debe subestimarse y que tiene que ponerse en práctica en cualquier proyecto editorial.


Trabajo de parto y de inteligencia sobre todo para saber cuestionar los textos, tejer un diálogo, saber que va y que no. Es difícil: el editor se enfrenta a una suma de complicaciones en el proceso de edición que van desde mediar entre lo que se quiere y lo que realmente se puede hacer, pasando por las correcciones ortotipográficas incluyendo quejas y reclamos que surgen siempre aunque traten de preverse todos los detalles. Por eso un proyecto editorial tiene que respaldarse por un consejo editorial eficiente, Octavio Paz lo tuvo y de ahí quizá su mérito. Con él estuvieron Juan García Ponce, Salvador Elizondo, Gabriel Zaid y José de la Colina, entre otros.


El trabajo en equipo, no obstante, no implica camaradería y compadrazgo, por el contrario, exige un producto bien estructurado como es el caso de Arenas Blancas que en su número 9 correspondiente a la primavera del 2008 presenta una pequeña muestra de la producción literaria y crítica hecha en Yucatán. Textos del poeta José Díaz Cervera, el dramaturgo Ivy May, y los investigadores Carlos Bojórquez y Denis Pech, son algunos de los autores yucatecos que podemos leer en esta edición y que confluyen con otros trabajos tanto del Norte de México como de diversos países que ponen el diálogo literario sobre la mesa.


Esta apertura que muestra el consejo editorial de la revista, formado principalmente por estudiantes de la maestría de la Universidad Estatal de Nuevo México, ahora encabezados por Tomás, ha permitido que la publicación siga traspasando fronteras y vaya contribuyendo a que las discusiones realmente relevantes dejen ese aislamiento al que se ven orilladas precisamente porque las dinámicas culturales prestan más atención a lo que se genera en los centros de poder.


Es importante señalar cómo el trabajo colectivo realizado con inteligencia y sobre todo con esta visión de equidad siempre generará resultados positivos que refuerzan la integración de las culturas. Por eso Arenas Blancas hoy es un puente monumental donde convergen las ideas y los sentimientos no sólo de sus colaboradores sino también del lector quien sin duda es parte fundamental de esta exposición y debate de ideas.


Quisiera recalcar que la noción de trabajar creando lazos o puntos de encuentro entre las diferentes individualidades a manera de red, poco a poco se ha ido convirtiendo en una herramienta eficaz contra el divisionismo, contra la dispersión que nos ha tenido vulnerables a través de los años.


Esta mecánica de trabajo es fácil de asimilar comprendiendo las estructuras cotidianas que operan de esa manera. Si miramos cómo funciona una hamaca, por ejemplo, entenderemos que en la medida que un hilo se entrelaza con otros pierde su fragilidad característica para emprender una resistencia inigualable.


Es por eso que apostar a un trabajo que mira a la pluralidad y a la convergencia de ideas y de visiones de mundo siempre será bien recibido con los brazos abiertos de la crítica. La crítica que tanto insiste Paz se traduce en la capacidad de no aceptar cualquier imposición que contravenga el desarrollo de la humanidad; de ahí que el mismo poeta mexicano afirme que “una nación sin crítica es una nación ciega”, a lo que tendríamos que añadir, que una nación que insiste en su ceguera es una nación condenada a repetir sus mismos errores y fracasos.


Tomado de Diario Por Esto!: http://www.poresto.net/content/view/21779/56/